En la actualidad, el hablar de motos 100% eléctricas es algo que ya no le sorprende a nadie, de hecho, hay veces que vas por Madrid con una de ellas y la gente ya no se gira cuando pasas a su lado. Aquí, como en muchos otros ámbitos, la irrupción de productos asiáticos de escasa calidad está ensombreciendo un segmento en el que hay dos marcas americanas que sobresalen del resto: Brammo y Zero. La fuerte inversión que requiere la constante evolución de sus modelos es algo digno de mención, sobre todo porque la mayor parte de ese dinero no se recupera al tener un modesto volumen de ventas. Pero no cejan en su empeño. Es el caso de Zero, que este año presenta una renovada gama en la que todos sus modelos reciben importantes novedades. Estética aparte, todos los modelos han aumentado de potencia, y lo que es más importante, se ha ganado autonomía. El tiempo de carga se ha reducido al emplear cargadores de más capacidad llegando a comprimirlo hasta en una hora. Han desarrollado además una aplicación para los «smartphones» con la que poder controlar cualquier parámetro de la moto de forma sencilla.
He de reconocer que era la primera vez que probaba las Zero. He probado scooter eléctricos como el Vectrix e incluso híbridos como el Piaggio MP3, también las Quantya de enduro y SM, pero nunca las Zero. Me habían hablado bien de ellas, pero nunca pensé que fueran a ir tan bien. En su presentación en Barcelona pudimos probar sobre todo la S y DS, la primera es una naked, la segunda, una trail. Hay que destacar el cambio de imagen, prácticamente todos los plásticos son nuevos. Se alejan del trasgresor diseño anterior para ser una moto con una estética más tradicional, si no fuera por el enorme bloque de baterías en vez de motor, podría dar el pego como una moto normal.
Ambos modelos están impulsados por el nuevo motor Z-Force que entre otras novedades ha permitido doblar la potencia, de 28 a 54 CV, siendo el par de nada menos que 92 Nm. Puedes seleccionar dos modos de funcionamiento, Sport -que da el 100% de la potencia y de par- y ECO, en el que puedes modificar mediante una aplicación en el móvil cualquier parámetro de funcionamiento (velocidad máxima, intensidad del freno regenerativo, potencia, par, etc.). En Sport, la aceleración es fulminante, el tacto del puño derecho es extremadamente sensible y preciso. Los responsables de la marca aseguran que acelera de 0 a 100 km/h en menos de 5 segundos. Me lo creo. La velocidad máxima está limitada a 153 km/h. No hay maneta izquierda, solo acelerar y frenar. En el modo ECO puedes jugar tanto con el freno motor como con el freno regenerativo para que el motor retenga y no se embale, por ejemplo cuesta abajo. Con el freno regenerativo -al decelerar- al máximo contribuiremos a que la batería mantenga más tiempo la carga.
S y DS comparten chasis y parte ciclo, solo se diferencian en la posición de conducción y en el diámetro de la rueda delantera, en la DS la llanta -ambas de radios- delantera es de 19 pulgadas pensando en un posible uso por tierra.
Las dos motos son pequeñas y poco voluminosas. El bloque de baterías pesa, pero está colocado de tal forma que no resulta extraño en marcha, la distribución de pesos está perfectamente estudiada, además siempre es la misma ya que la batería pesa lo mismo con carga que sin ella.
En marcha las mueves con facilidad, entran con decisión en las curvas y se muestran ágiles al enlazar varias con rapidez. La única pega es que traen de serie neumáticos Kenda -mixtos en la DS-, y con unos de cualquiera de las primeras marcas mejoraría notablemente la adherencia y el paso por curva. Otra novedad es que los frenos ahora los firma Nissin que, con un disco delantero y otro trasero, basta y sobra para detener a estas motos.
Uno de los principales avances conseguidos por Zero es haber aumentado el voltaje de 66 a 102 V en lo que ellos llaman el «power pack», que es el conjunto que agrupa las baterías y el motor. Todos los modelos se ofrecen en dos versiones en las que únicamente varía la capacidad de las baterías, nunca la potencia. En el caso de la S y DS se ofrecen con una capacidad de 8,5 y 11,4 kWh. Hay 2.000 euros de diferencia en los precios y por supuesto varía la autonomía y el tiempo de recarga. También el peso, alrededor de 15 kg de diferencia entre una versión y otra. En la presentación probamos las más capaces, las de 11,4. Hicimos una ruta de 140 km en los que alternamos el modo Sport y ECO y al terminar aún quedaban dos rayas de batería. En modo ECO y en ciudad nos cuentan que la autonomía puede llegar a los 220 km. Las motos tienen un sistema que va progresivamente mermando las prestaciones cuando nota que queda poca batería, por aquello de no llevarse sustos.
La parte negativa, como siempre la encontramos en el precio, 13.995 euros (15.995 € la de 11,4 kWh) no son ningún regalo y ahora menos aún al no contar con el Plan Movele de ayudas del Gobierno para la compra de motos ecológicas. Eso sí, hay que tener muy en cuenta no solo el dinero que te ahorras en combustible -el coste de una carga completa está entre 1,70 y 2,28 €-, sino también en talleres y revisiones, ya que no requieren mantenimiento alguno.