Honda MSX125

Convertir el tedioso tráfico urbano en un divertido juego en el que tú llevas siempre las mejores cartas está en tu mano con la MSX 125, el nuevo juguete de Honda. Nunca encontrarás tanta diversión y practicidad por centímetro cuadrado.

Marcos Gil. Juan Sanz

Honda MSX125
Honda MSX125

Que su aspecto de maqueta o de juguetillo no te lleve a engaño. La nueva MSX125 es una moto seria, bien hecha, y con más sentido y aplicaciones de las que te podrías llegar a imaginar. Una pequeña gran moto de aspecto moderno, que reedita un concepto que no lo es tanto, pero que casa perfectamente con los tiempos que corren. Gasolina por las nubes, ciudades colapsadas, desesperantes atascos… Es hora de poner al mal tiempo buena cara para mantener la salud mental, y para ello Honda pone en nuestras manos un verdadero juguete que, amén de otras aplicaciones más lúdicas en las que también brilla, donde mejor funciona es allí donde con otro vehículo estarías maldiciéndote, y malgastando tu tiempo y tu dinero. La vida es demasiado corta para pasarla en un atasco.

Con la MSX125, Honda sacude un segmento que ahora mismo tiene el mayor sentido del mundo, pero lo hace tomando un camino propio, valiente y poco transitado. De hecho, solo se me ocurre meter en el mismo saco aunque con matices a la veteranísima Van Van 125 de Suzuki. En concepto son similares: motos compactísimas, ligeras, fáciles, que gastan menos que un ciego en novelas, pero que difieren y mucho en su estilo, y eso condiciona sus respectivos comportamientos. Si la Van Van es más scrambler y más clasicota, la MSX es una urbanita convencida y vanguardista. Más ratonera y sobre todo mucho más cañera de carácter, a pesar de ser un poco menos potente, que la Suzuki. Apenas pasa de los 100 kg con el pequeño depósito de 6 litros lleno (por 129 kg de la Van Van), tiene llantas mucho más pequeñas, lo que la hace mucho más ágil y te abre el abanico de neumáticos disponibles para ella, su manillar es más estrecho y tecnológicamente está más de un paso por delante, aunque sacrifica en cierto modo el aspecto práctico renunciando a una parrilla trasera y recibiendo con peor cara a un eventual pasajero. Y en cuanto al argumento del precio, es 700 euros más barata a pesar de contar con una horquilla invertida y un freno delantero con los que la Suzuki solo puede soñar. Ahí Honda ha pegado, y fuerte.

Te habrás dado cuenta de que el tipo de motor que emplea es el que las otrora populares pit-bikes han usado y en cierto modo desprestigiado, debido a lo tosco del funcionamiento que las copias chinas ofrecían. En este caso, Honda ha revisado y afinado el monocilíndrico de cilindro tumbado hasta dejarlo en unos niveles de suavidad y eficiencia que hacen sonrojar a dichas copias. Simplemente el cambio, en el que parece que la primera entrase «por Bluetooth», simplemente con un leve «click», ya la pone en otro planeta respecto a aquéllas. Pero es que, además, vibra poquísimo, no suena prácticamente nada y a pesar de que solo tiene cuatro marchas es capaz de ponerte a 106 km/h reales, lo que no está nada mal. Al principio piensas que una quinta no le vendría nada mal, pero después de meditarlo quizá haya sido mejor así, porque con una rueda de 12” delante y buena palanca en las manos, la dirección se vuelve muy viva en autovía. Sí, en autovía. La he usado bastante en vías rápidas y lejos de sentirme totalmente vulnerable, he podido comprobar que se defiende y yendo a tope nunca tienes la sensación de que estés forzando en exceso el motor, pero mejor si solo tienes pensado usarla en ciudad. Ahí es demoledora, casi definitiva diría yo. Ahora bien, para ello no vale tener un tamaño grande o te costará acoplarte a ella. A mí que soy pequeño me viene como un guante, y su postura me resulta cómoda, con las manos un poco bajas a pesar del manillar alto, los pies bien colocados sobre estribos con gomas y el trasero sobre un asiento de acolchado bastante firme pero que, combinado con las suaves, que no blandurrias, suspensiones resulta confortable. Me recuerda a una enduro. Gira casi sobre sí misma, te ayuda a mantener el equilibrio zigzagueando entre coches parados como no se me ocurre ninguna otra moto y luego tiene un freno delantero que frena que no te lo crees. Te sorprenderá en este sentido como también te sorprenden soluciones bien resueltas como el discreto emplazamiento de la llave que da acceso al hueco bajo el asiento, o lo elaborado de su faro delantero, tan característico como el resto de su imagen, que a mí no me parece bonita, pero reconozco que me gusta. Lo mismo se la pido a los Reyes.

Diferente al resto, con un consumo de chiste y un funcionamiento que sorprende gratamente, la MSX tiene más aplicaciones de la meramente urbana. Como moto para llevar en una autocaravana, para circular por el paddock, como vehículo recreativo o incluso de alquiler en una localidad costera por su fácil manejo y bajo mantenimiento, para ir al instituto en un aparato molón… esta compacta moto cumple más que con creces. Solo sus limitadas prestaciones la hacen poco indicada para llevar pasajero, salvo que vayas de paseo por terreno llano, pero lo admite de forma eventual. Su pequeño disco delantero sorprende por su potencia y «cosiendo» una hilera de coches atascados, no tiene rival. Una moto muy recomendable si no te sales, por arriba, de la talla media, eso sí.