Triumph Sprint GT 1050

Pimeros detalles de la tourer Triumph Sprint GT 1050. El modelo al que la nueva Triumph sustituye en casi todos los mercados, la Sprint GT, tenía una S grande y una T más pequeña: era más Sport que Tourer. La Sprint GT que aquí te presentamos quiere ser más GT que ST, más Grand Tourer que Sport Tourer, y lo hace B.G.T. al modo British de entender una GT.

Guillermo Artola | Fotos: GoldandGoose

Triumph Sprint GT 1050
Triumph Sprint GT 1050

Menudo lío de siglas ¿eh? Puede que sí, pero resume perfectamente lo que queremos explicar. Si comparas la Sprint GT con una Honda Gold WIng, una Yamaha FJR 1300 o una BMW K 1300 GT, no son la misma cosa, no beben de las mismas fuentes... Pero claro, una Gold Wing está diseñada en USA para esas carreteras llenas de «gracia» (sólo dejan de ser rectas en el quiebro que haces para  entrar en la gasolinera) y una FJR o una K 1300 GT están pensadas para esas otras autopistas libres de limitaciones de Alemania en las que cunde viajar porque te haces 1.000 km de una sentada sin pestañear y sin miedo a los radares.

Estos bretones
«Están locos estos bretones», pensábamos los periodistas españoles que estuvimos en la presentación de la GT en las Highlands escocesas. Cuando conocimos el plan de dos días que nos tenían preparado, nos dieron ganas de decirles de todo menos bonitos. Casi seiscientos kilómetros en los que, si un instante no estabas inclinado a la derecha era porque estabas inclinado a la izquierda, cansan a un corredor de maratón, y pensamos: «Están locos estos bretones, ésta no es la manera de conseguir que probemos la moto y nos parezca cómoda...».

Ahora, a toro pasado, me parece que no fue una casualidad, y los tipos que consiguen hacer motos como ésta  o como la Daytona 675 no son ni despistados ni poco inteligentes. Esto ha sido adrede para que comprobáramos cómo concibe un bretón a una GT sin olvidar ni por un momento las carreteras que tienen y las necesidades que de ellas se derivan. El único rato en que  estuvimos sentados en posición vertical fue durante las cenas y en el minibus que nos llevó desde el aeropuerto de Glasgow hasta el Loch Fyne, concretamente a Inveraray, en el distrito de Argyll y a orillas del lago. Desde allí, por carreteras estrechas y siempre húmedas (el primer día llovió a ratos), nos hicimos un buen número de millas hasta la isla de Skye, donde dormimos en el precioso hotel Duisdale. Antes de salir, Trevor Barton, uno de los «Triumph guys» responsables de la presentación nos dio una charlita con las normas que debíamos seguir y empezó por el inevitable «Ride on the left side of the road».

Treinta y tantos años conduciendo por la derecha no se quitan del cerebro de un plumazo, y tienes que ir pendiente siempre de no cambiarte de carril en los cruces o haciendo las fotos,  porque el cuerpo se resiste a circular por la izquierda. Así lo hicimos y diría que disfrutamos de un agradable viaje, si no fuera porque el tiempo no ayudó. Tienes que hacer dos «reseteos» mentales, el de conducir por la izquierday el de olvidarte de que la carretera está húmeda y poner tu confi anza en unas Bridgestone BT 021 que demostraron merecerla. Así las cosas rodeamos todos los lagos imaginables que nos cruzamos, llegamos a la costa y tomamos un ferry que nos llevo a la mencionada isla de Skye de la que volvimos al día siguiente con otro trayecto similar pero sin lluvia y pudiendo gozar de la belleza de las Highlands.

A lo que estamos
Vamos a hablar de la moto, que tú no has comprado una revista de viajes (aunque no dejo de recomendarte un viaje por Gran Bretaña en moto, sólo recuerda «raidar por el lado left de la roud»). Ya he insinuado antes que la Sprint GT no es una GT al uso, no lo que entendemos por GT normalmente. Es más GT que la ST anterior, ha mejorado en comodidad y en respuesta de motor, tiene el  desarrollo más largo y la capacidad de carga es asombrosa, pero sigue teniendo una componente deportiva muy alta que se agradece  en carreteras que no sean autopistas.

La posición es cómoda, con los pies un poco más altos que en una clásica viajera, pero con el  cuerpo bastante erguido y los brazos en posición natural. La forma de la cúpula y del carenado te dejan desprotegido el casco y los hombros ( a los british mosquitos que asesiné me remito), lo que desdice un punto de su condición de GT. Por otro lado, el motor ha sido retocado en su alimentación, con una centralita más capaz que la anterior y un escape por abajo más lógico, y la respuesta es siempre potente pero mucho más dulce que antes, sin esos empujones al abrir gas que en la ST te sorprendían.

El cambio no es blando en origen, algo a lo que te acostumbras sin pensar y que me consta de otros modelos que se dulcifi ca con el paso de los kilómetros (perdón, de las millas). Frena contundentemente incluso en carreteras mojadas, porque el ABS no es tan intrusivo como para darte sustos, aunque claro, acaba interviniendo cuando conviene, que para eso está. La disposición de la parte ciclo, su geometría y el manillar permiten un manejo fácil y rápido de la moto, que se mueve de lado a lado con sólo pensarlo (yo utilizaba mi neurona B para pensar en cambiar de lado y la A para... ¡lo has adivinado! para seguir por el lado izquierdo de la carretera). He aquí otra característica que habla de la S que la Sprint tiene escondida entre la G y la T de sus siglas.

Luego, elementos como las maletas de serie, el armario empotrado que puedes llevar como baúl, el subchasis trasero más bajo gracias a la eliminación del escape central y la comodidad de la que también disfruta el pasajero con los estibos a buena distancia de su «cucu», sí son virtudes claramente Tourer.

También lo es el aspecto remozado, los faros bellos y efectivos, el ordenador de a bordo y la autonomía, así que hay que felicitar a los hombres de Triumph, que han sabido fabricar una GT, y lo han hecho sin complejos, siguiendo las directrices de un tipo de viajero concreto y con los genes de una fábrica joven y con la deportividad en sus entrañas. Lo que se dice el modo British de entender una Grand Tourer. BGT...