Comparativa Custom: Kawasaki, Harley-Davidson y Victory

Comparativa Custom: Kawasaki VN1700 Voyager Custom, Victory Cross Country y Harley-Davidson Street Glide.

Andrés G. Dorado. Fotos: Juan Sanz

Comparativa Custom: Kawasaki, Harley-Davidson y Victory
Comparativa Custom: Kawasaki, Harley-Davidson y Victory

Nuestras tres protagonistas consiguen que dos términos tan aparentemente antagónicos como custom y turismo se fusionen para dar como resultado una agradable y glamurosa forma de viajar. No se me quita la cabeza lo que repetía una y otra vez Ray Charles a un tal Jack: «Sal a la carretera».

Corría el mes de agosto de 1961 cuando un ya consolidado Ray Charles llegó al número uno de las listas de ventas con su canción «Hit the road Jack». Curiosamente, pocos años después, en 1965, nacía la Harley-Davidson Electra Glide, una touring -la primera FL con arranque eléctrico- que tomaba el relevo de la Duo-Glide y a la que podemos considerar el gen de la Street Glide que te traemos en estas páginas.

Efectivamente, y por si había alguna duda, fue la firma de Milwaukee quien sentó precedente en el mundo de las custom touring y más concretamente de las «bagger», nombre que reciben las también touring que se encuentran un peldaño por debajo de las motos más grandes y equipadas del segmento como la Electra Glide. Son motos caras y exclusivas que lejos de abandonar, han seguido evolucionando y actualizando con la última tecnología pero, eso sí, manteniendo en todo lo posible la estética original. Es la mejor forma de presentar a la H-D Street Glide, la «bagger» de referencia que ha servido de inspiración al resto y que interpreta de una forma muy particular el viajar en una custom. El estilo manda sobre otros aspectos prácticos o ergonómicos. En la última evolución de 2010 adoptó el actual motor 103, un año antes ya se cambió el chasis y las medidas de los neumáticos. En su cuidadísima estética su carenado denominado «Bat-Wing» asume gran parte del protagonismo, también su zaga compuesta por dos maletas, doble salida del escape por debajo y una aleta limpia y minimalista, tanto que el asiento del pasajero queda reducido a la mínima expresión.

Por su parte, Kawasaki lanzHarley-Davidson Electra GlideStreet Glide KawasakiVN1700 Voyager ó el pasado año la versión Custom de su famosa VN1700 Voyager, que encarna a la perfección el espíritu «bagger», es decir, amplio carenado frontal con entradas de aire muy al estilo automovilístico americano, maletas rígidas y una esculpida zaga que respeta escrupulosamente los patrones del segmento al que representa. Su completísimo equipamiento le hace estar a la altura ante semejantes rivales, además es la más barata.

La tercera en discordia es la americana Victory Cross Country, sin duda la más exuberante de las tres. Muestra un poderoso frontal -hecho en fibra- como mandan los cánones «baggerianos», dos enormes cilindros de atractivo aleteado, también amplios y cromados salvapiernas, maletas con gran capacidad de carga y, por supuesto, doble escape uno por cada lado de la moto. Se desmarca de sus rivales al abogar por la comodidad del pasajero con un asiento de dimensiones considerables y un respaldo. El plantel no puede ser más apetecible, ¿te subes?

No es frecuente encontrarte con motos de este tipo por la calle, sus precios no están al alcance de cualquiera y están destinadas a un fin muy concreto: viajar. Además, el sonido de sus motores hacen que la gente desvíe la mirada hacia ti en cuanto las subes de vueltas. Una vez encima te sientes como un rey en su trono, los asientos en las tres son extremadamente cómodos y ergonómicos, las plataformas están en el sitio adecuado y el manillar queda relativamente cerca del cuerpo. Aunque la cosa cambia cuando hay que girarlo del todo para maniobrar en parado, menos mal que el asiento es bajo, de lo contrario moverlas sería una ardua tarea. Ante ti, un enorme salpicadero similar al de un coche, equipo de audio -con sus correspondientes controles y altavoces-, «control cruise», toma de corriente y una completísima instrumentación en la que no falta de nada.

En mayor o menor medida el «clack» al engranar la primera marcha es una acción audible a varios metros de distancia, se oye y se siente, son motores de gran cilindrada, todo es a lo bestia. Pero las bestias son fáciles de domar, una vez en marcha se llevan con una facilidad sorprendente, gracias en parte a su bajo centro de gravedad, y los motores se sienten llenos de par.

Las tres marcan prácticamente el mismo peso en la báscula y calcado reparto, pero es la japonesa la más ágil en marcha con diferencia, los cambios de dirección se hacen rápido pero sobre todo se nota en las curvas enlazadas donde por un momento te olvidas del tipo de moto que llevas entre las piernas. Su llanta delantera de 16 pulgadas es determinante en este aspecto, poco pueden hacer sus rivales al montar de 18’’. Las dos americanas son más perezosas entre curva y curva, pero una vez dentro ofrecen más aplomo y precisión, además no rozan tanto las plataformas contra el suelo al tumbar como la VN.

A simple vista no se les puede pedir más en cuanto a largos desplazamientos, son cómodas, potentes, no consumen demasiado -a velocidades legales- y un equipamiento de auténtico lujo. Pero en profundidad se perciben muchas más cosas, buenas y no tanto. Las dos americanas se sienten algo más potentes que la japonesa al enroscar el puño del gas, lo que se puede corroborar al echar un vistazo los datos de aceleración y velocidad punta. Y ya que hablamos de velocidad, es curioso comprobar que los exagerados frontales no protegen todo lo bien que deberían. Tanto en la Harley como en la Victory las turbulencias en la zona del casco son notables a partir de 120 km/h, algo que se produce en menor medida en la Kawasaki precisamente por tener el parabrisas más bajo.

Por otro lado se agradece el efecto burbuja de los frontales cuando viajamos con la música puesta, permite escucharla con mayor nitidez. Las tres vienen de serie con equipos de audio y altavoces integrados con más o menos la misma potencia y funciones, siendo el sistema de la japonesa el más intuitivo de manejar.

El control electrónico de velocidad de crucero es también un accesorio que incluyen nuestras protagonistas, así como la sexta marcha de tipo overdrive, una larguísima última velocidad que mantiene el motor bajo de vueltas para contener el consumo en largas distancias.

En motos ruteras como estas la puesta a punto de las suspensiones es esencial para el confort en marcha. Aquí claramente destacan la Victory y la Kawasaki que, a pesar de tener sistemas distintos en el tren trasero, muestran un tarado agradable y la posibilidad de regular la dureza. La Street Glide, aunque también regulable, se muestra más seca ante los baches y mucho más dura de reacciones.

En lo que respecta a los frenos, también hay diferencias. La Voyager equipa un sistema de reparto de frenada -denominado K-ACT- con el que frenes con lo que frenes los discos de ambas ruedas se activarán para dar como resultado una frenada muy eficaz que, en conjunto con el ABS, aumenta notablemente la seguridad en caso de frenada de emergencia. En las americanas la frenada es independiente y ambas cuentan con ABS, para mi gusto mejor el de la Cross Country porque detiene antes la moto al tener los pulsos menos espaciados. En la Street Glide el sistema deja correr demasiado la moto.

Las maletas laterales son el motivo por lo que reciben el nombre de «bagger» que, traducido literalmente, sería algo así como «maleteras». Además de una parte esencial en su estética, son de gran ayuda para llevar equipaje en los viajes e incluso en el día a día.

La Victory es la más capaz de las tres, sus dos maletas suman 80 litros de capacidad. Le sigue la Voyager con 35 litros cada una -sus maletas cuentan con apertura lateral, lo que facilita meter objetos grandes- y por último la Street Glide con 64 litros totales.

Imperdonable que en ninguna de las tres quepa un casco integral -sí uno de tipo jet-, pero como te decía antes, el estilo prevalece sobre cuestiones prácticas. Otro buen ejemplo de esto mismo es el minúsculo asiento para el pasajero y en leve caída que exhiben Harley y Kawasaki, además no disponen de asas para agarrarse. Victory en cambio sí ha pensado en la persona que viaja detrás y ha dispuesto un asiento amplio, confortable y con respaldo. Los más puristas verán en esto un sacrilegio al estilo original del segmento en el que se encuadra, pero sin duda lo agradecerá quien tenga que hacer un largo viaje con pasajero. En las otras dos, sendas marcas ofrecen accesorios opcionales para mejorar y hacer más cómodo el puesto del pasajero.

Sin el menor género de duda, el principal inconveniente de estas motos es el precio, las tres superan la barrera psicológica de los 20.000 euros, siendo la Harley-Davidson la más cara con un precio de 24.750 euros. Sus dos rivales sobrepasan tímidamente los 21.000 euros. A su favor hay que dejar claro que todo el equipamiento y accesorios de los que hemos hablado vienen de serie y todos y cada uno de ellos hacen que los desplazamientos sean un auténtico placer. Haz caso al bueno de «Ray» y sal a la carretera.