…Y si además no hay ningún tipo de límite ni en concepto de tiempo ni de presupuesto pues mucho mejor ¿no? Así que aceptamos la propuesta de Honda España y su “barra libre" con una de las novedades más importantes de esta temporada y pusimos rumbo a España desde Eslovenia con la renovada Honda GL1800 Gold Wing. Envidiable compañera durante tres extensas jornadas y con la que nos enfrentamos a un recorrido de lo más entretenido y atractivo por el sur de Europa pero sin renunciar a nuestro pasaje en primera.
Además, dicha invitación suponía asistir a la 35ª edición de la Gold Wing Treffen que tuvo lugar en Velenje (Eslovenia), y donde nos presentamos con la flamante novedad japonesa. La Honda GL1800 Gold Wing Tour DCT Airbag es la versión más lujosa y equipada del ya icónico modelo de turismo, y se diferencia de la versión estándar por la incorporación de la sofisticada transmisión de doble embrague DCT (de última generación y con siete relaciones) y su exclusivo sistema Airbag -estrenado en el modelo anterior- y que todavía ningún otro fabricante ha incorporado, así como como el sistema semiautomático de transmisión.
la nueva Honda Gold Wing es el modelo más lujoso y mejor equipado que se comercializa actualmente
No son sus únicos reclamos, ya que la nueva Honda Gold Wing se ha sometido a una absoluta renovación mecánica y en la que destaca la drástica reducción de peso, que supone casi un 10% menos que el modelo sustituido y que ya andaba por los 416 kg… Además de incorporar una ingente cantidad de novedades que en suma redundan en una mayor eficacia a los mandos, y que iremos evaluando según los íbamos disfrutando a lo largo de las tres reveladoras jornadas con el modelo de turismo más lujoso y mejor equipado que actualmente se comercializa.
HONDA GOLD WING: TODO TIENE UN PRECIO...
Pero no todo se presentaba tan idílico y la irrechazable propuesta de viaje implicaba, en esta ocasión y de manera absolutamente inusual, tener que hacernos cargo de nuestra bolsa de transporte del equipo para ir en moto también durante el viaje con la Honda Gold Wing. Como sabrás, ese tipo de maletas para transportar el equipo de moto son de un tamaño más que generoso y suelen estar caracterizadas por unas prácticas ruedas para facilitar su transporte, lo que implica que sean del tipo semirígido. Lo que a priori complicaba su transporte en la Gold Wing, salvo ir hecho un cuadro con la bolsa atravesada y atada con cinchas o pulpos… ¡Ni hablar! Y la solución para poder transportar el casco, la chaqueta, los pantalones, las botas, guantes y el imprescindible impermeable (por si acaso), así como el resto de la escasa ropa para el viaje y demás enseres indispensables, fue utilizar una enorme bolsa porta esquís de nieve que había por casa y que plegada apenas ocupaba un par de palmos. Eso sí, nos tocó cargar, con los casi 20 kg de equipaje ¡a pulso! por los interminables pasillos de los aeropuertos durante nuestra particular peregrinación hacia el Gold Wing Treffen. Ni que decir tiene que no veíamos el momento de empezar a disfrutar de los privilegios que supone ir en primera… ¡sobre dos ruedas!
1ª ETAPA: CELJE-GLORENZA
Tras ser testigos de la exótica y lujosa concentración de Gold Wings a orillas del lago Velenje, al día siguiente y bien temprano poníamos rumbo oeste desde la ciudad de Celje donde estábamos hospedados. A pesar del considerable volumen de la Gold Wing ahora resulta más estilizada que su predecesora, aunque a costa de perder algo de capacidad de carga. Pero podemos albergar todo nuestro abultado equipaje sin necesidad de que acabe fuera de sus maletas. Se podría decir que la Gold Wing ha afrontado su particular crisis de los cuarenta –el modelo se presentó en el lejano año 1975– con un acertado lifting y muchas horas de gimnasio ¡perdón entrenador personal! y que ahora le permiten lucir hasta tableta abdominal aunque a costa de sacrificar volumen. El mismo destinado al transporte del equipaje y la protección aerodinámica. Eso sí, la apertura de las maletas ahora resulta deliciosa, fruto de la asistencia hidráulica y que tan sólo requiere pulsar un botón situado en la tapa, y que gracias al cierre centralizado evita la siempre más incómoda manipulación de llaves. Además, en el panel de instrumentos, un descriptivo gráfico nos avisará en forma de alarma en el caso de no cerrar bien cualquiera de las tres maletas.
El asiento de la Honda Gold Wing se encuentra a una altura muy accesible, lo que permite llegar de sobra con ambos pies y una vez sentados incorporarla buscando su verticalidad. El sistema de contacto mediante llave remota facilita la puesta en marcha, y tan sólo es necesario girar el pomo colocado en el lugar habitual del contacto, y donde un testigo nos informa de la detección de la llave. Chequeo en el cuadro de relojes con el particular movimiento de las agujas de los relojes contrarotantes y tras una leve pulsación sobre el botón de puesta en marcha y de inmediato su completamente renovado motor bóxer de seis cilindros cobra vida al instante y sin los típicos giros en vacío del motor hasta lograr la puesta en marcha. ¡Impresionante! Es como si alguien hubiera preparado su puesta en marcha para cuando llegásemos nosotros y el hexacilíndrico estuviera ya listo para ponerse en funcionamiento. Y eso teniendo en cuenta lo fresca que arrancó esa mañana en Eslovenia. Algo desconocido hasta la fecha –aunque en realidad no pues el primer scooter Honda PCX ya lo estrenó hace unos años- sobre todo teniendo en cuenta el número de pistones y demás componentes a mover. El responsable es el sofisticado sistema Idling Stop que emplea el propio alternador para su inmediata puesta en marcha; así como su apagado, en las breves detenciones y así poder optimizar mejor el consumo, además de evitar contaminar durante esos momentos. Todo un lujo, además en este caso, del tipo ecológico.
Maniobrar en parado con la Gold Wing hace tiempo que no supone el mayor problema, gracias al sistema de asistencia en maniobras que monta y que permite avanzar y retroceder con propulsión eléctrica con una velocidad máxima limitada apenas a 5 km/h. Aparcar contra una pared o recular en pendiente son parte de los pequeños privilegios que permite la sofisticada japonesa. Así como iniciar la marcha en pendiente con la ayuda del asistente en cuesta y que la deja frenada momentáneamente al actuar sobre la palanca hasta pasados unos segundos o liberando los frenos en caso de empuje del motor. Detalles que cobran un especial protagonismo en situaciones embarazosas o referidas a su equilibrio, sobre todo cuando hablamos de lidiar con casi 400 kg... Su contenida altura de asiento nos trasmite la sensación de dominio absoluto al llegar de sobra con ambos pies. Eso sí, éstos necesitarán toda la adherencia posible en el caso de que nos veamos superados al perder su necesaria verticalidad. Debido a su voluminosa carrocería, aunque ahora más estilizada, hace recomendable asomarnos de vez en cuando “por la borda" por si en la zona de estacionamiento hubiera bolardos o cualquier otro tipo de trampas semejantes.
El exclusivo sistema de transmisión DCT permite que con tan sólo pulsar una vez su botón quedemos asistidos en este sentido y actuando de modo automático el cambio de marchas. No sin cierta rumorosidad a baja velocidad en los cambios de relación. Para los menos conformistas, el sofisticado sistema permite ir cambiando de relación a voluntad incluso estando en el modo automático. Por supuesto, también existe la posibilidad de empleo en el modo manual, al igual que en el resto de modelos que utilizan el sistema de doble embrague de Honda. Pero prescinde de los submodos más deportivos y que varían en el límite de régimen de giro para el cambio de relación. A cambio la Gold Wing dispone de cuatro modos de uso de motor y que se diferencia por la entrega de potencia del motor, así como el grado de actuación del control de tracción. Por cierto, sistema que ya estaba pidiendo a gritos la lujosa Turismo.
En esos primeros momentos de ruta por la impecable autopista eslovena A-1, completamente desconocida para nosotros, aunque confirmado el rumbo gracias al práctico navegador que monta la Honda Gold Wing, hacemos uso del no menos práctico control de velocidad para relajar la muñeca derecha ya que tenemos muchas horas de moto por delante. Dando prioridad en su equipo de música a la búsqueda de una buena emisora de radio para ir más entretenidos y animados durante este primer más tedioso enlace rumbo a nuestro primer objetivo, y que no era otro que cruzar los Dolomitas de este a oeste.
La autopista nos dirigía a Liubliana, capital de Eslovenia, y que bordeábamos por la H-3 para concentrarnos en nuestro objetivo de recorrer el mayor número de kilómetros. Allí tomábamos la A-2 con dirección a Austria y que, a medida que íbamos sumando latitud, la temperatura iba tornándose en más fresca a pesar de encontrarnos sumidos en el verano. El río Sava aparecía a nuestra derecha, y sin saberlo iba a servir como punto de referencia, ya que la autopista continua hacia el norte adentrándose en la vecina Austria por el túnel de Karavanke, y que desechábamos para seguir el curso del río por la carretera 201 en dirección a Tarvisio en Italia.
La carretera, ahora denominada SS54 al adentrarnos en Italia, transcurría por una vaguada de suave relieve flanqueada por cordilleras de un intenso color verde. Antes de alcanzar Tarvisio la ruta se dirige hacia el sur estrechando su trazado y el radio de sus curvas, además de empezar a ganar altura ¡Esto se anima! Aunque en el primer puerto de montaña que superamos, el Passo Sella Nevea, apenas se superaban los 1.200 m de altura. La Gold Wing no tiene reparos en este más angosto escenario y tan sólo nos supone preparar los virajes más cerrados abriéndonos a la entrada para al alcanzar el ápice de la curva y poder redondearla sin que nos abramos en exceso hacia el exterior. Todo sin preocuparnos del manejo del cambio y reducir, que realiza de manera automática el propio DCT, aunque podemos provocarlo si es nuestro deseo mediante los ergonómicos pulsadores ubicados en el puño izquierdo. Lo que resulta todo un espectáculo es ver cómo funcionan los topes superiores de su particular suspensión delantera Hossack de doble trapecio. Subiendo y bajando sin descanso, y que me recuerdan a esa imagen cenital de un atleta en pleno sprint con sus omóplatos en movimiento.
Ya iban siendo horas de comer, no sólo para nosotros sino también para nuestra compañera de viaje, y fue cuando provocamos nuestra primera anécdota del viaje en el pueblo de Ampezzo. Como sabrás, en Europa, y cada vez más en España, las gasolineras no suelen estar atendidas y, además de servirse uno mismo, en algunas nos toca calcular el combustible que le va a entrar. Así que eso hicimos, con el resultado de sobrarnos algo más de un litro pagado a más de 1,6 euros… Así que decidí no desechar la inversión realizada en combustible, también porque nunca se sabe cuándo vas a poder volver a repostar atravesando estas zonas montañosas y en algunas áreas muy aisladas, y tras localizar la típica botella de plástico y que parecía tener la función de riego de las plantas que adornaban la estación de servicio, alojamos nuestro exceso de carburante y acomodamos el poco glamuroso envase sobre una de las plataformas destinadas para el pasajero de la Gold Wing… ¡qué cuadro! Menos mal que no fui objetivo de los típicos paparazzi en esa zona de acceso a los Dolomitas. Ni que decir tiene que en cuanto recorrimos los primeros 20 o 25 kilómetros nos apresuramos a vaciar las reservas, y que en las curvas íbamos más preocupados de que no se vertiesen que de trazar como debe ser. Por cierto, durante el viaje el consumo medio que medimos fue de 5,8 litros a los 100 km, lo que supone una autonomía media de 379 km; con un gasto mínimo de unos frugales 5,0 litros verificados y que permiten realizar 432 km, mientras que en el cuadro nos informaba de 5,4 litros de consumo medio; y un máximo de 6,3 litros (345 km) con un consumo declarado de 6,1 litros según el ordenador de a bordo.
La SS52 nos lleva hasta la SR48, y que nos permite alcanzar la glamurosa Cortina d´Ampezzo -curiosamente el próximo año celebrará su primer centenario como territorio italiano, antes perteneciente al Tirol y al Imperio Austrohúngaro- y desde la misma carretera divisamos el impresionante trampolín alpino y ya nos vamos sumergiendo en la típica arquitectura tirolesa, protagonizada por las opulentas casas de madera engalanadas. El recorrido no puede ser más idílico, atravesando vastos bosques en los que se han acomodado innumerables estaciones de esquí hasta que alcanzamos la SS12, que paralela a la A22 y siguiendo el curso del rio Adige hasta Bolzano, donde tomamos la SS38 que nos dirige a Merano, Glorenza y nos permitía adentrarnos en la vecina Suiza. Aunque la hora avanzada de la tarde, volver a necesitar gasolina y no encontrar alojamiento en los primeros establecimientos que encontramos a nuestro paso nos aconsejan volver sobre nuestros pasos e intentarlo en Italia, que siempre es más barato que en el país helvético.
Glorenza, antigua Glurns, nos recibe con sus conservadas murallas y estrecha puerta de entrada. Allí si encontramos alojamiento sin mayor problema en un rehabilitado “bed & breakfast" y que resultó de lo más acogedor. Así que tras casi 600 km, prácticamente de curvas, y unas doce horas de moto, damos por concluida la primera jornada y buscamos una terraza para cenar. Mañana será otro día.
2ª ETAPA: GLORENZA-MONTPELLIER
El día empieza con la sorpresa de pagar la tasa turística de la zona, a pesar del precio acordado, en todo los lados cuecen habas… y con la más atractiva sorpresa de descubrir que nos encontramos muy cerca del mítico Paso del Stelvio. Así que repostamos en Prato allo Stelvio y nos dirigimos hacia la bacanal de curvas enlazadas que supone coronar el mítico puerto alpino. El más famoso de los Dolomitas, además del más alto que se puede cruzar asfaltado con sus 2.758 m de estos Alpes orientales y el segundo de todos los Alpes, tras el Coll de Iseran (2.770 m).
La estrechez del trazado obliga a abrirse bien a la entrada de los virajes, a cual más retorcido, al acometer esa sucesión interminable de curvas en ascensión. Como estábamos recién desayunados, la Gold Wing y yo, optamos por subir a un buen ritmo, por lo menos el que permite este transatlántico del asfalto y pronto empezamos a acumular víctimas con los demás vehículos a los que dábamos alcance e íbamos dejando atrás. Con radios de curva tan cerrados y en los que la velocidad de paso es tan reducida, al salir disparados hacia el siguiente viraje se aprecia cierta brusquedad en la respuesta incluso en el modo Tour en el que la japonesa selecciona siempre por defecto al arrancarla. Por lo que optamos por el modo Eco e incluso el modo Rain para que la salida fuera más progresiva. La sencillez en la selección de los modos de motor, mediante el pulsador alojado por delante de la piña del acelerador, hace que podamos jugar con ellos de una manera instantánea.
El Paso del Stelvio es un lugar de peregrinaje para todos aquellos que seguimos creyendo en el placer de viajar de manera autónoma. Y allí se congregan todas las especies que te puedas imaginar que disfrutan de conducir por carretera. Casualmente el año pasado también estuve por allí, y si en aquella ocasión sobre todo me llamó la atención un grupo de “R" holandeses viajando en sus YZF-R1 de última generación, todavía no me explico cómo entraban semejantes bigardos en las deportivas… En esta ocasión era un grupo de Café Racers al más puro estilo Joe Bar Team con sus chupas de cuero y motos modificadas. Aunque una Honda GL1000 Gold Wing de segunda generación, también proveniente del Gold Wing Treffen en el que yo también había estado, no pasó desapercibida ¡Ni nuestra Gold Wing de última generación! Para celebrar nuestra ascensión, allí nos zampamos la salchicha que se sirve más alta en todo Europa.
La bajada del puerto no estuvo exenta de emoción, y si la Gold Wing trepó hasta esos casi 2.800 metros derrochando un empuje y poderío absolutos, al bajar la capacidad de retención y total detención también resulta envidiable. El DCT permite ir engranando marchas arriba o abajo con el relevo en funciones por parte de la pierna izquierda y que va totalmente relajada y fuera de servicio. Trabajando únicamente las manos, en realidad la muñeca derecha y los dedos pulgar e índice de la izquierda; y con el resto de dedos bien aferrados a los puños para acompañar el movimiento de los pies contra los estribos al inclinar hacia uno y otro lado la Gold Wing.
Pero todo lo bueno se acaba, nos terminamos el puerto y llegamos a Bormio, donde es recomendable parar en una de sus terrazas y disfrutar contemplando todas esas variopintas especies que tiran hacia el Stelvio. Debido a la considerable reducción de la cota, en el siguiente tramo ya vamos sufriendo los rigores del verano con una temperatura al alza y que hasta hace un rato era bastante agradable. Ponemos rumbo a Milán por la SS38, protagonizado por la aparición del Lago de Como a nuestra derecha durante un buen tramo, justo al tomar la SS36 y donde más adelante una sucesión de puentes y túneles salvan la caprichosa orografía de esta zona del norte de Lombardía. Pasado Monza tomamos la A4 con dirección a Turín. Sin duda, la parte más tediosa del viaje y que con la Gold Wing se lleva bastante mejor con el uso del control de velocidad y el equipo de música, que oímos perfectamente con la pantalla del casco abierta y protegidos por la pantalla frontal de la moto en su posición más baja para permitir que nos llegue la mayor cantidad de aire. En Turín tomamos la A32 con rumbo a Montgenèvre (Francia), abandonando la autopista en Oulx por la SS24 y en la que poco más adelante enseguida empezaremos a ascender hacia la frontera, situada junto a la estación de esquí francesa. Con un cambio de la temperatura notable y que sólo recuperamos tras volver a bajar al llegar a Brianzón, la segunda ciudad más alta de Europa con sus 1.326 metros de altura sobre el nivel del mar.
Tras cruzar el lago de Serre-Ponçon por la misma N94 que tomamos en la frontera llegamos a Gap. La entrada a los Alpes desde el suroeste. La avanzada hora de la tarde que es aconseja ir buscando alojamiento, ya que en Francia son bastante estrictos con los horarios, por lo menos en las zonas rurales, pero somos mediterráneos y preferimos aprovechar todas esas horas de luz y de mejor temperatura para seguir montando en moto. Así que cogemos la comarcal D994 para seguir surcando nuestra vecina “piel de vaca" y nos encontramos con una ruta muy entretenida y, sobre todo, completamente libre de tráfico. De hecho, los pueblos que vamos cruzando parece como si la especie humana se hubiera extinguido… Por lo que en carretera abierta aprovechamos para poner aún más aprueba a nuestra compañera de viaje con una conducción más incisiva y que la Gold Wing asume bien con sus lógicas limitaciones por peso. Eso sí, al apurar las frenadas resulta inevitable que salten las luces de emergencia por el nuevo sistema que monta y que detecta las deceleraciones más bruscas como en el caso de las detenciones en cadena. Por cierto, todo un espectáculo luminoso y que iba en aumento a medida que la luz ambiente iba menguando.
Llegamos a Orange ya entrada la noche y encontrar alojamiento era ya una prioridad. Pero los hoteles que iban apareciendo a nuestro paso, además, de parecer estar ya llenos, juzgando la ocupación de sus parkings, eran de gestión mediante tarjeta de crédito y a esas horas y tras todo un día de moto me dio pereza tratar con una máquina. Llámame raro pero no me convencieron y ni paré a ver si tenían sitio libre. Entonces recordé que el año pasado me pareció ver algún hotel en la misma autopista A-9 que venía a continuación y, una vez más, me dispuse a la aventura. Eran ya las diez de la noche… Único momento durante todo el viaje en el que puse la pantalla frontal en su posición más alta, básicamente para no cambiar la pantalla oscura del casco y así poder ir con ella abierta. Efectivamente, no fueron alucinaciones mías y una hora más tarde encontré mi merecida recompensa en un área de servicio a la altura de Montpelier. Además, me atendieron hasta en castellano. Eso sí, el precio de la noche fue en consonancia al tesoro encontrado, teniendo en cuenta que ya me veía culminando la aprovechada jornada probando lo que viene siendo un “hotel estrellas…" Lo más curioso es que tras pensar que yo era el último huésped en llegar del día empezaron a llegar otros tantos, como no, en su mayoría españoles… Tras unos 900 km y unas 13 horas de moto dimos por concluida la segunda de las jornadas.
3ª ETAPA: MONTPELIER-SANTA PERPETUA DE MOGODA
Estirar tanto la anterior jornada trajo sus consecuencias, y empezamos el día con un sol ya a toda máquina y que nos obligó a abandonar la cama. Desayuno contundente y al fin pongo caras a la pareja que oí llegar en moto cuando yo ya andaba encamado. Unos simpatiquísimos gaditanos que venían del GP de Assen y que, sin duda, les había mereciendo la pena su monumental peregrinación hasta La Catedral porque, además de “Marquistas", habían sido testigos en directo de la denominada carrera del siglo. Por lo menos de este siglo ¿no?
Un descomunal atasco provocado, por las habituales obras de la autopista, nos daba la bienvenida a España. Nada que supusiera mayor trastorno al ir, como íbamos, “en primera clase". El cambio semiautomático de doble embrague de la Gold Wing permite ir concentrados sólo en el manejo del gas y los frenos, y así poder estar más pendientes del espacio dejado entre los vehículos embotellados y aquellos que sin previo aviso deciden cambiar de carril. La nueva Gold Wing ocupa 1.060 mm de ancho medidos entre los extremos de los espejos, y que si los plegamos pasa a ser de 890 mm entre las puntas del manillar. Bastante menos que, por ejemplo, una maxitrail.
Ya en España, en cuanto pudimos nos tiramos a por nuestra querida N-II. Con su atractivo y sinuoso trazado y donde, sin ninguna duda, se recupera el placer de conducir a diferencia de la autopista donde simplemente sentimos que nos desplazamos. La necesidad de cumplir con los dichosos horarios nos obligaron a tener que abandonar nuestra querida nacional y que en su recorrido al encuentro con el Mediterráneo pasa por demasiadas poblaciones costeras. Así que nos resignamos y tomamos la autopista con dirección a Santa Perpetua de Moguda, sede de Honda en España, y nuestro destino final. Tras apenas unas horas de viaje y poco más de 300 kilómetros, la tercera de las jornadas ponía fin al entretenido viaje. Con la conclusión de que me va a resultar extraño volver a salir de viaje si no es en primera clase.