Gilera Fuoco 500 LT, un triciclo eficaz y divertido

El triciclo Gilera Fuoco 500 LT muestra todas las virtudes de los vehículos de tres ruedas y ademas a un precio interesante. El pedal de freno o el hueco bajo el asiento podrían ser mejores.

Ildefonso García. Fotos: Jaime de Diego

Gilera Fuoco 500 LT, un triciclo eficaz y divertido
Gilera Fuoco 500 LT, un triciclo eficaz y divertido

Hacía mucho tiempo que no cogía un triciclo y son vehículos que dejan una impronta. O te parecen el «huevo de Colón» o que reúnen lo peor de un coche y una moto. Lo primero que me llamó la atención del Gilera Fuoco 500 LT es que no es nada voluminoso. Cabe sin problemas en la plaza de garaje, al lado de mi roadster de cuatro ruedas. Lo podía aparcar sin problemas en el espacio donde dejo normalmente mi moto, y pude comprobar que no es más ancho que ella. Así que si estás preocupado por las dimensiones del Fuoco, ten claro que si tienes una buena plaza, lo podrás aparcar junto a tu coche. Tema nada baladí, ¿verdad? Soy muy de antirrobos, en el año 1993 me robaron mi Honda CBR 600 y todavía no me he recuperado del shock. Así que fui a ponerle el candado en U con que ato todas las motos pero no encontré hueco entre las ruedas donde hacerlo. A lo mejor alguien más hábil que yo sería capaz, no lo sé. El caso es que entre las ruedas que no son tan grandes, y los palos de las mismas que son de un buen tamaño, no hay mucho espacio.

El tren delantero se siente «diferente» y transmite unas reacciones a las que no estás acostumbrado. Obviamente el Gilera Fuoco 500 LT lleva dos ruedas en la parte anterior, así que las sensaciones son otras. Enseguida me puse a jugar con el botón que lo bloquea en los semáforos, con él accionado el scooter se queda derecho y no tienes que poner el pie en el suelo. Luego basta dar gas y el bloqueo se desactiva de forma automática y sales hacia adelante sin haber tenido que mover los pies de la plataforma. En la parte derecha de esta hay un enorme pedal que es obligatorio para la homologación que permite a los poseedores del carné de coche utilizar el Fuoco. A mí me molestaba un poco pues no deja mucho espacio para tu pie derecho y eso que solo calzo un 41 y medio.

Apretando este freno cuesta detener al triciclo y si, por instinto, en ese momento quieres apretar las manetas como apoyo, lo único que conseguirás es que el pedal empuje tu pie hacia fuera. Entonces notarás que la maneta se viene hacia el puño y que aquello no frena más. Para frenadas contundentes lo mejor es utilizar las dos manetas sin complejos y olvidarte del freno de pie. De esta manera no tendrás el más mínimo problema. Para lo que sí servía el freno de pie era para detener finalmente al scooter antes de accionar el botón del bloqueo que está cerca de la maneta que acciona los discos delanteros.

El freno de estacionamiento se encuentra en el centro del escudo y una vez accionado no lo puedes quitar si antes no has metido la llave en su accionamiento. Usé tanto el bloqueo que durante las semanas que he tenido el Fuoco nunca le he puesto el caballete. Llegaba a casa, lo bloqueaba con el botón y luego dejaba la dirección cerrada para evitar llegar por la mañana y no encontrar el triciclo italiano.

Al callejear siempre tengo en el subconsciente que llevo un triciclo y, por tanto, un aparato grande. Aunque en la práctica no es tan grave y te metes con el Fuoco casi por cualquier sitio, pero a mí al menos en los sitios realmente estrechos siempre me daba un poco de repelús, quizá también por el hecho de que es más ancho por delante que por detrás. Poco a poco fui cogiendo confianza y cada vez ratoneaba más pero siempre me quedaba algo de duda si el Gilera Fuoco 500 LT  iba a pasar por el sitio o no.

El hueco debajo del asiento me ha defraudado. En esto soy muy maniático. Me encantan los scooter –la redacción está un poco dividida entre los «filoscoteristas» y aquellos que cariñosamente los definen como un «váter con ruedas»–. Ni siquiera entraba el Shoei y mi chaqueta de verano con espaldera. Tiene un práctico transportín de generosas dimensiones donde es fácil atar una red o poner un baúl. Aunque habría sido más práctico contar con más hueco bajo el asiento a expensas de decirle adiós al transportín. Lo de poder atar pulpos no es baladí, pues te sorprendería la cantidad de motos en las que no hay manera de usar una socorrida red.

Podía plantar los pies en el suelo (mido 174 cm) pero esforzándome un poco. Llevando de paquete a mi compañero Jaime de Diego la bloqueé justo antes de una curva muy pronunciada. La había dejado un poco tumbada hacia la izquierda y al volver a acelerar se fue hacia ese lado con el consiguiente susto. El bloqueo es muy curioso, te da la impresión que le has ganado la partida a la ley de la gravedad (cosa imposible en la vida), pero tienes que asegurarte que has dejado el triciclo plano para cuando vuelvas a acelerar el Fuoco vaya hacia adelante derechito como una vela.

El asiento se hunde bastante al sentarte y luego se queda algo duro. El pasajero va en «el segundo piso» y se sentirá más o menos cómodo según su altura. Jaime de Diego (180 cm) se quejaba de la colocación de los reposapiés, mientras que mi mujer (164 cm) iba como una reina.

El depósito de 12 litros es pequeño, más tratándose de un triciclo de casi 500 cc y 260 kg. A lo largo de nuestra prueba el consumo medio quedó en 5,5 litros a los 100 km, lo que da una autonomía de solo 218 km. Lo que nos obligará a detenernos en la gasolinera (cosa que cada vez llevo peor) con frecuencia. Unos cuatro litros más habrían supuesto un gran desahogo, sobre todo para aquellos que vivan alejados de su trabajo.

Los triciclos son claramente un mundo aparte y si no has probado uno, te diría que si tienes la oportunidad no lo dudes. Aunque necesitarás un tiempo para desaprender algunos vicios que seguro que tienes de haber ido años y años con una moto convencional. Poco a poco se va ganando confianza en el tren delantero y en mi caso llegó un momento en el que un garrote de 90 grados que tengo cerca del trabajo lo negociaba con tal alegría que en algunas ocasiones sentía cómo el neumático posterior quería derrapar. Quizá no vendría mal un control de tracción, más teniendo en cuenta que el grupo Piaggio lo monta en algunos de sus scooter, la mayoría más humildes que nuestro Fuoco.

Gilera sigue ofreciendo un triciclo eficaz y hasta divertido, pese a que lleva ya unos años en el mercado, algo que se nota en detalles como la instrumentación que se muestra sobria y hasta un poco triste. Las dos esferas tienen los gráficos pequeños y a veces no es fácil en un vistazo ver si vas a 70 o 90 km/h. El precio de 7.424 euros hace que aumente su atractivo pese a no contar con ABS o no ofrecer un gran hueco bajo el asiento.

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