El retorno de MV Agusta tuvo una segunda entrega con un modelo naked de tal belleza que consiguió poner de acuerdo a todo el sector. No era su único argumento ya que tomaba como base a su deportiva hermana F4.
Algo del todo lógico cuando el afamado Massimo Tamburini se encontraba, una vez más, detrás del proyecto y tras alumbrar otros referentes del diseño como las primeras Bimota, algunas de las Cagiva 500 de GP o las Ducati Paso y 916. Y donde el genio italiano no se conformó con desnudar a la F4, dejando a la vista el original bastidor de acero y aluminio, incorporando una salida lateral de escape con sus dos silenciadores superpuestos por el lado opuesto al basculante monobrazo, y rematado por un orondo faro, que sentó cátedra, junto al obligado manillar alto, imprescindible en este tipo de modelos.
La MV Agusta F4 Brutale S-1070, una moto codiciada
La primera versión presentada se denominó Serie Oro por incorporar elementos de magnesio, y correspondía a una breve producción limitada a unas pocas centenas de unidades que fue objeto de coleccionistas, entre otros motivos, por su exclusivo precio, que en nuestro país alcanzaba los seis millones de las antiguas pesetas (36.000 €); eso sí, con la firma del mismísimo Tamburini estampada en ella.
La MV Agusta Brutale incorporó la evolución de la mecánica del tetracilíndrico F4, con la lógica adaptación a su nuevo cometido menos deportivo y radical, aunque una vez testada, la conclusión fue que por poco. Su puntiagudo propulsor ofrece una exigua banda de utilización de apenas mil vueltas justo antes del régimen máximo. Con una mecánica muy rumorosa desde el mismo ralentí y del que emana un sonido desgarrado y tentador, que invita a explorar toda la gama de revoluciones. La inmediatez en su respuesta es un denominador común en la producción de la marca, así como la firmeza de las suspensiones, que aumentan la precisión en una conducción más incisiva y la utilización más polivalente que se le presupone a este tipo de modelos, por lo menos comparado con las deportivas de las que derivan. También la posición a los mandos resulta determinante al ser prácticamente única, la postura que se adopta una vez acoplado, unido a la forma del asiento, da la sensación de ir un tanto «encajonado». Los exclusivos componentes con los que cuenta, así como la posibilidad de reglajes de las suspensiones, la hacen más indicada para disfrutar y explorar sus posibilidades sobre asfaltos en perfecto estado.
Su producción fue muy prolífica, con varias evoluciones a partir de las primeras versiones de 749 cc, que llegaron a alcanzar los 1.078 cc, con varias cilindradas intermedias. Con constantes mejoras en su ya excelentes componentes con el claro objetivo de hacerla aun más exclusiva y radical.
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