Roberto Rolfo y Anthony West, reencuentro en el mismo podio 13 años después

Junto al francés Lucas Mahias, firmaron en Phillip Island un podio centenario en Supersport.

Nacho González

Roberto Rolfo y Anthony West, reencuentro en el mismo podio 13 años después
Roberto Rolfo y Anthony West, reencuentro en el mismo podio 13 años después

Han pasado 18 años desde que el italiano Roberto Rolfo y el australiano Anthony West compartieron, por primera vez, pista en una parrilla mundialista. Fue el Gran Premio de Malasia de 1999, en la categoría de 250cc.

Ambos permanecieron en dicha categoría hasta 2004 –con la excepción de 2001, año de la aventura de West en 500cc-, con Rolfo cosechando notables éxitos. Mientras, el australiano se ganaba a pulso el sobrenombre de Anthony ‘Wet’ por su buen hacer en agua.

2003 fue el mejor año de ambos pilotos: Rolfo peleaba por el título y West cosechaba sus primeros podios. Llegó la penúltima cita de la temporada, en Phillip Island. El cielo se abrió de par en par y West vio, valga la redundancia, el cielo abierto.

Mientras Toni Elías decía adiós al título al irse al suelo, Anthony West surcó las aguas superando a todos sus rivales… excepto a uno: Roberto Rolfo, que se imponía al australiano por 14 segundos, permitiéndose así soñar con un título que se le acabaría escapando en Valencia ante Manuel Poggiali.

Fue la primera vez que Rolfo y West coincidieron en el cajón del Mundial de 250cc, con Fonsi Nieto como testigo en el tercer escalón del podio. Y la última. Sus caminos se separaron con la marcha de Rolfo a Superbike, y aunque volverían a coincidir en Moto2 durante todo 2010, gran parte de 2012 y dos carreras a final de 2014, siempre estuvieron muy lejos de volver a compartir champán.

Hace ya tiempo que Rolfo tuvo que alejarse de los focos de MotoGP, instalándose en el Mundial de Supersport.

Una categoría en la que ya sumó dos podios en 2013 y uno más en 2014, pero en la que iba de más a menos… hasta este 2017, cuando su MV Agusta parece ir como la seda. West, que ya hizo su aparición estelar en dicha categoría en 2007 –ganando dos carreras de tres disputadas-, y que disputó a tiempo completo en 2009, ya hizo podio en su casa como wild card hace un año; y este año volvió a plantarse ante los suyos, con la esperanza de brillar y conseguir patrocinadores.

Como aquel 17 de octubre de 2003, ver a ambos en el podio parecía una utopía

La semana australiana que daba inicio al Mundial de Supersport 2017 transcurría con sensaciones contrapuestas. La MV Agusta de Rolfo iba como un tiro, la Yamaha de West no paraba de dar problemas, hasta el punto de recurrir a un motor prestado. El domingo, Rolfo salía en tercera línea tras ser octavo en la Superpole 2. West tenía que partir 22º, en octava línea.

Uno soñaba con pisar el podio, el otro con hacerlo lo mejor posible. Como aquel 17 de octubre de 2003, ver a ambos en el podio parecía poco menos que una utopía.

La resalida de West –tras una interrupción por bandera roja- fue majestuosa. Pasó por meta en novena posición, con Rolfo justo detrás. Ambos aprovecharon la pugna en el grupo cabecero para adherirse a él, ganando posiciones gracias a la caída de Kyle Smith o el recto del poleman P. J. Jacobsen.

Llegada la hora de la verdad, estaban dentro del grupo de ocho que se iba a jugar la victoria. Rolfo se pegaba a Lucas Mahias y Federico Caricasulo, superándoles a final de recta de meta en una maniobra pantagruélica para pasar a encabezar la prueba, seguido por el galo.

A partir de ahí, cerró huecos de una forma exquisita hasta la línea de meta, cuando Mahias se situó en paralelo y parecía batirle, pero el italiano se quedó con la victoria por una sola milésima. Su primera victoria en Supersport, la primera en casi siete años desde el GP de Malasia 2010 en Moto2.

Si ni siquiera sabía si había ganado, era imposible que supiese lo que había pasado detrás. West se había fajado ante motos mejores para buscar un imposible, pero a la salida de Lukey Heights ocupaba la sexta posición. Mucho mejor de lo esperado para su vetusta R6, pero la posibilidad de podio se esfumaba… hasta que Caricasulo se lanzó al interior de la curva buscando un hueco imposible.

El italiano se fue al suelo, se llevó consigo a Jules Cluzel y, de paso, hipotecó todas las opciones de su compatriota Alex Baldolini. Tres pilotos fuera de un plumazo, y West se vio tercero. Apretó los dientes en la recta, encomendándose a todos los dioses del motociclismo australiano para impedir ser superado por la Kawasaki ZX-6R de Kyle Ryde, y los dioses le oyeron. Un año después, cuando parecía imposible, repetía podio ante sus compatriotas.

Un podio centenario, al menos si se cuentan decimales: Rolfo (36,92 años), Mahias (27,87) y West (35,61) suman más de 100 primaveras (100,4 exactamente). Pero, sobre todo, un podio que despedía un inconfundible aroma a cuarto de litro, a una época ya lejana.

Un podio que, cambiando a Fonsi Nieto por Lucas Mahias, recuerda a una época en la que Valentino Rossi todavía no se había subido a una Yamaha. En la que Nicky Hayden y Troy Bayliss se jugaban el rookie del año en MotoGP. En la que Dani Pedrosa arrasaba en el octavo de litro. Desde luego, ha llovido mucho desde aquel podio de 250cc del GP de Australia de 2003.

Un déjà vu motero que Rolfo y West vivieron más intensamente que nadie. Cuando ‘Roby’ subió a lo alto del cajón, se giró a su izquierda y vio al radiante West, seguro que se quedó pensando: “Hey mate, ¿tú y yo no nos hemos visto antes por aquí?”.

Más de 13 años. Dos trayectorias deportivas que se separaron para volver a cruzarse cuando ya nadie lo esperaba. Y el podio de Phillip Island como testigo inmortal de una bonita historia de las que siempre deja el motociclismo.

Un reencuentro de dos viejos rockeros que se alejaron del glamour para recuperar la esencia del olor a gasolina. Y que, sin esperarlo, acabaron brindando por ello.