Su vida cambió cuando cambió su trabajo como aprendiz de ingeniero de ascensores en Reino Unido por uno en un taller KTM en Dubái, donde había acudido a visitar a sus tíos. Allí se enamoró del desierto: descubrió que ir en moto sin más senda que la del horizonte le reportaba un nivel de libertad que no había conocido en el motocross.
A partir de ahí, se precipitaron los acontecimientos. Tras discutir con su padre decidió mudarse a Dubái y los jefes de su taller le inscribieron en el Abu Dabi Desert Challenge, donde ganó dos etapas. Su teléfono empezó a echar humo y en enero de 2012 estaba en Sudamérica listo para debutar en el Dakar con apenas 22 años. Abandonó en la tercera etapa.
No tardó en ganarse la fama de inconsistente. Tras perderse la edición de 2013, en las dos siguientes ganó una etapa antes de retirarse en la cuarta etapa. Eso sí, en 2015 ya como piloto oficial Red Bull KTM, donde se convirtió en la sombra de Marc Coma para aprender todos los secretos y, varios meses después, pudo sacarse la espina ganando el Rally de Marruecos.
Duró poco la alegría, ya que unos días después de su primer gran triunfo se fracturó el fémur en Merzouga. Allí, tras más de media hora esperando al helicóptero, fue trasladado a un hospital sucio en el que nadie le entendía, viviendo una experiencia horrible y una operación que le dejo una pierna más corta que la otra.

Su carrera pudo terminarse ahí, pero él se negó. Tras perderse el Dakar 2016 -y caer en una depresión durante la recuperación-, regresó al año siguiente para convertirse en el primer británico en ganar el rally más popular del mundo. Había pasado de eterna promesa a ser uno de los grandes referentes en el panorama del cross-country.
Ese mismo año empezó a ser profeta en casa, ya que tras el Dakar ganó su primer Desert Challenge en Abu Dabi y el Sealine Rally en Qatar para empezar a erigirse en el emir de las dos ruedas en el Golfo Pérsico -que cada vez iba cogiendo mayor importancia en la modalidad-; estatus que refrendó repitiendo victoria en Abu Dabi en 2019 tras ser tercero en el Dakar.
A esa victoria añadió la del Silk Way para proclamarse campeón mundial cross-country. Eso, unido a la mudanza del Dakar a Arabia Saudí, le convertía en uno de los hombres a batir en 2020. Sin embargo, no pudo acabar la prueba, sacándose la espina con otro tercer puesto en 2021: cada vez que terminaba lo hacía en el cajón, pero solo había terminado tres de ocho.
En 2022, con el Dakar como parte del nuevo Mundial Rally-Raid, KTM le ‘mandó’ a GasGas. Fue un soplo de aire fresco para Sunderland; que conquistó su segundo Dakar (primero en Arabia) y su tercer Abu Dabi Desert Challenge para consolidarse como el emir del desierto y acabar siendo el primer campeón de RallyGP, su segundo título mundial.