Cada vez que se se crea un nuevo campeonato, necesita un periodo inicial para establecerse y consolidarse. Y, si además esa categoría disfruta desde su inicio de un rango de título mundial, tiene que estar demostrando constantemente que lo merece. Eso es lo que le ha sucedido al Campeonato del Mundo de Supersport 300, creado en 2017 y que por tanto ha cumplido un lustro de vida en este 2021.
Por eso es normal que el primer año se mirase a la categoría con recelo. Un reglamento que buscaba igualar diferentes cilindradas, una mayoría de pilotos procedentes de la copa monomarca European Junior Cup y unas carreras demasiado locas. Todo unido daba una sensación de improvisación, más propia de categorías de acceso que de un Mundial.
Tampoco ayudaba que los campeones no encontrasen sitio en Supersport, claro. Todo eso empezó a cambiar con Manu González, que mostró una solidez increíble en 2019 pese a su enorme juventud y subió de categoría con el título bajo el brazo. Un año más tarde, y aunque no subió tras ser campeón, Jeffrey Buis también dignificó el rango de la categoría.
Este año, en el que el neerlandés defendía el título y el británico Tom Booth-Amos se erigía como su teórico gran rival, ha irrumpido el español Adrián Huertas para imponerse con claridad a ambos y, más allá de proclamarse campeón del mundo de Supersport 300 en 2021, llevar dicha categoría a un nuevo nivel que la consolida como puerta de acceso al WorldSBK.

Más allá de los números, están las sensaciones. Y mucho más allá de sus seis victorias -cinco de ellas en las diez primeras carreras para abrir hueco sobre sus rivales-, está la percepción de no tener fisuras. De aprovechar cada oportunidad para subir a lo alto del cajón y saber cuándo arañar un buen puñado de puntos en un alarde de madurez impropia tanto de su edad como de la categoría.
Cualquiera que descubriese a Huertas en su debut en SSP300 la temporada anterior, pensará que ha dado un salto de nivel estratosférico. Sin embargo, ya había dado muestras de su talento anteriormente, y solamente las lesiones -que marcaron sus dos años en la MotoGP Rookies Cup- habían retrasado una explosión que tenía que llegar más temprano que tarde.
Y si hay un equipo que sabe lo que se hace en la categoría es el MTM Kawasaki, que solo hizo un movimiento en su cuarteto de pilotos para 2021: dejaron fuera a Scott Deroue, subcampeón los dos últimos años, para hacer hueco a Huertas. Una inversión de futuro cuyos dividendos no se hicieron esperar.
Con material ganador, el piloto madrileño devolvió el trofeo a España y elevó el nivel de la categoría para ganar un Mundial con mayúscula, hasta el punto de ‘subir’ con él al MTM a Supersport, donde acometerá un nuevo reto: completar lo que ha dejado inacabado Manu González y conquistar el único título mundial de velocidad FIM que todavía no tiene ningún español en su palmarés.