Cuando en 2014, Michael van der Mark se proclamó campeón mundial de Supersport, la bandera de los Países Bajos apareció en el palmarés de un mundial de motociclismo de velocidad exactamente 40 años después del título de Henk Van Kessel en 50cc, que sucedió a su compatriota Jan De Vries, ganador la misma categoría en 1971 y 1973.
Los pilotos neerlandeses, que llegaron a ser legión en las ‘tacitas de café’, llevaban décadas siendo poco más que figurantes. El emblemático Jurgen van den Goorbergh les representó en 500cc y nombres como Raymond Schouten, Barry Veneman o Jasper Iwema hicieron carrera, pero sin grandes resultados. De repente, a la estela de VD Mark, empezaban a aparecer cada vez más pilotos ilusionantes.
Al año siguiente, Bo Bendsneyder conquistó la MotoGP Rookies Cup, cuatro años después de que Scott Deroue se quedase a las puertas. El propio Bendsneyder devolvió a Países Bajos al cajón mundialista en 2016, con VD Mark subiendo al de Superbike. Y, al año siguiente, el recién creado Mundial de Supersport 300 empezó a llenarse de neerlandeses.
Deroue tuvo el honor de lograr el primer triunfo de la nueva categoría y acabó el año tercero, posición que repitió en 2018 antes de ser subcampeón en 2019. Pese a que Koen Meuffels también consiguió ganar, y otros como Glenn van Straalen, Robert Schotman o Walid Soppe se colaban en el cajón, la responsabilidad de buscar el título siempre recaía en Deroue, que año tras año se veía superado por jóvenes españoles.

2020 arrancaba con Deroue ya con 24 años, Bendsneyder sufriendo en Moto2 y VD Mark sin dar el último paso en SBK. Tras unos años ilusionantes, la situación de los pilotos neerlandeses parecía algo más estancada. Todo lo contrario, ya que ha sido el año de las nuevas esperanzas, empezando por Zonta van den Goorbergh y Collin Veijer en MotoGP Rookies Cup y European Talent Cup.
Y, sobre todo, por el surgimiento de un nombre propio en el mismo Mundial de Supersport 300: Jeffrey Buis. En 2019 ya se había dejado ver, haciéndose asiduo a los puntos y apareciendo por el top ten como rookie, tras haber sido cuarto en el IDM SSP300 de 2018. Una buen progresión que ni de broma hacía sospechar lo que acabaría sucediendo en 2020.
Y mucho menos cuando comenzó siendo 29º y 12º en Jerez. El salto de calidad llegó en Portimao con un segundo puesto, y en Motorland se agigantó: doblete en la ronda aragonesa y, siete días después, segundo y victoria en la turolense para embolsarse 95 puntos de 100 posibles. No solo empezó a ganar, sino que se lo empezó a creer.
Se sintió superior y gestionó el final de temporada como un veterano, batiendo a su compatriota Deroue con claridad para proclamarse campeón del mundo dominando una categoría normalmente muy igualada. En 2021 tratará de revalidar el título y refrendar lo demostrado este año: que, dentro de las nuevas e ilusionantes promesas del motociclismo neerlandés, es él la gran esperanza.