El español Tito Rabat fue el primer piloto en poner su nombre en la parrilla de 2021 del Campeonato del Mundo de MotoGP, pero finalmente no estará en ella. Su contrato de dos años con el Esponsorama Racing quedó en papel mojado al término del primero: el italiano Luca Marini llegó con un maletín bajo el brazo y, mientras la Desmosedici que había de ser suya se teñía con los colores del Sky, Rabat se vio en el infierno de haberse quedado sin moto cuando ya no había sitios.
Volver más de un lustro después a Moto2, una categoría que ya había conquistado, era una posibilidad. Barajó la idea y la descartó. “Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”, cantaba Joaquín Sabina. El nuevo destino parecía claro: el Mundial de Superbike, un campeonato con un nivel altísimo y que, a diferencia de Moto2, es la cúspide de su certamen.
Decidido el dónde, tocaba encontrar el cómo. La premisa era clara: no de cualquier manera. Harto de cerrar la parrilla bregando con motos anticuadas, si daba ese paso al lado era para volver a estar delante.

La moto ideal para llegar desde MotoGP era la Ducati Panigale V4 R, tal y como habían demostrado Álvaro Bautista primero y Scott Redding después. Con las oficiales ocupadas, Chaz Davies se quedó la del Go Eleven. Quedaba la del Barni Racing, y finalmente se confirmó el acuerdo.
“Contento y motivado” se define Rabat en esta aventura, reconociendo que verse fuera de MotoGP fue duro. Ya es agua pasada, el futuro está en la siguiente curva: “Es una nueva oportunidad de estar delante, de sentir la adrenalina, que puedo hacer grandes cosas y sentirme realizado”, sentencia el catalán a WorldSBK.
La lluvia caída la pasada semana en Jerez ha pospuesto su primera toma de contacto con la nueva moto, junto a la que ya posó. Con el negro invernal, su número 53 destacaba en rojo. Rojo Ducati, el color con el que se escribe renacer en los últimos años en el motociclismo de velocidad.

Un renacimiento que pasará por la promesa de que si consigue ganar y estar delante, dispondrá del material para ello. No ha pedido nada más que una moto competitiva, admite su nuevo jefe Marco Barnabo, que se ve reflejado en el carácter apasionado de un piloto que vive por y para la moto –cuyas- interminables sesiones de entrenamiento son bien conocidas en el mundillo-, y que apunta que "la moto de Rabat será al 99% como las de fábrica".
Ni Rabat ni Barnabo hablan del título mundial, ni siquiera de victorias, pero coinciden. “Quiere demostrar que todavía es un piloto que puede dar mucho a este deporte”, subraya el jefe. “Mi objetivo es ser competitivo, hacer buenas carreras y sentirme piloto”, coincide el piloto, que no quiere compararse con ningún otro:
“Soy Tito Rabat”, sentencia para esquivar cualquier tentación de equiparar su historia a otras precedentes. Su renacer ha empezado. En rojo Ducati, claro.