Un año más, el Sam Boyd Stadium de Las Vegas ha sido el escenario de la ronda definitiva del Supercross de Estados Unidos -sancionado también como Campeonato del Mundo-. Allí se llegaba con los títulos todavía sin sentenciar en las tres categorías. En 450, Jason Anderson partía con una ventaja de 14 puntos sobre Marvin Musquin, mientras que Aaron Plessinger aventajaba en 13 puntos a Adam Cianciarulo en la provisional de la clase 250 de la Costa Oeste, y en la diferencia en la Costa Este era de 15 tantos entre Zach Osborne y Jordon Smith.
Unas diferencias valiosas para los principales favoritos, aunque no definitivas, sobre todo tras lo ocurrido la semana anterior cuando Anderson veía reducida su ventaja de 34 puntos a 14, al caerse en la salida y dañarse los radios de su Husqvarna. Además, la cita de Las Vegas marcaba el segundo "Showdown" para la clase de 250, en la que los pilotos de las Costas Oeste y Este competían juntos en la misma final, elevando así el nivel de la carrera y, por tanto, las posibilidades de recuperar o perder más puntos.
Previa a la disputa de las finales en las que se decirían los tres títulos, Las Vegas acogía también el décimo y último encuentro de la KTM Junior SX Challenge, un certamen de promoción que la marca austriaca viene celebrando desde el año 2000, y en el que jóvenes de todo el mundo -aunque los participantes son mayoritariamente norteamericanos-, tienen la posibilidad de competir en la misma pista de supercross que su ídolos -acortada en algunos casos- a los mandos de la KTM 50 SX -cedidas por la marca, todas iguales para los pilotos-. El mismo Ryan Dungey llegó a correr de pequeño la KTM Junior SX Cup, en la que los chavales sólo pueden disputar una carrera, por lo que es más una experiencia que en un campeonato en sí mismo.
En esta ocasión, España contaba con un representante en la KTM Junior SX Challenge en la figura del joven piloto madrileño Juan Izaguirre, de ochos años y miembro del equipo Moremoto Racing en los certámenes españoles. Izaguirre tenía una actuación muy destacada, al situarse en segunda posición desde la salida y pugnar por la primera plaza con Cale Stinnett. Ambos se verían superados a media vuelta del final por un rápido Vincent Wey -hijo del expiloto Nick Wey-, logrando Izaguirre asegurarse una brillante segunda posición, celebrándolo en el pódium ante los casi 40.000 espectadores que abarrotaban las gradas del Sam Boyd Stadium. Es la primera vez que un piloto español se sube al pódium en una cita del Supercross de Estados Unidos -el más próximo hasta ahora ha sido el expiloto Manu Rivas, que llegó a entrar entre los diez mejores en varias finales de la clase de 450 en la temporada 2009-
Jason Anderson, a lo Ryan Dungey
Cuando la valla de salida cayó por última vez -este año- en la clase de 450, Eli Tomac y Marvin Musquin fueron los primeros en situarse al frente del pelotón, antes de mantener una ajustada lucha casi hasta el final de la manga, en la que el piloto de Kawasaki se llevaba finalmente el gato al agua. Tomac sumaba así su octavo triunfo del año -Musquin y Anderson han ganado cuatro cada uno-, uno menos que los nueve del año pasado, cifra que le situó como el piloto que más carreras ha ganado en una temporada sin llevarse el título -empatado con Damon Bradshaw, subcampeón en 1992 tras ganar nueve finales-.
Musquin se hacía con la segunda posición, por delante de Blake Bagget que sumaba su quinto pódium de 2018 y se aseguraba la cuarta plaza final en el certámen. El piloto de Honda, Christian Craig cruzaba la meta en cuarta plaza, una por delante de un Jason Anderson que completó una final bastante tranquila, tras salir en sexta posición y rodar quinto casi toda la manga, sin forzar el ritmo pero sin caer presa de los nervios, incluso pese a competir con molestias gastrointenstinales. Un resultado que le servía para hacerse con su primer título en la clase de 450 del Supercross de Estados Unidos, que se une al título regional logrado en 250 Costa Oeste en 2014.
El de Husqvarna recoge así el testigo del retirado Ryan Dungey, el campeón en las tres últimas temporadas, en las que compartía sesiones de entrenamiento junto a Anderson bajo las órdenes del entrenador Aldon Baker. Lo cierto es que la trayectoria hacia el título de Anderson ha sido muy al estilo de Ryan Dungey, sin ser quizá el piloto más rápido del campeonato -Tomac y Musquin han demostrado más velocidad en bastantes carreras-, pero mostrando una soberbia regularidad que le ha permitido subir al pódium en 11 carreras de 17. Además, Jason también ha sabido minimizar la pérdida de puntos en sus malos días -como los 6 puntos que salvó en Forxborough tras romper la rueda de su Husqvarna o la remontada desde último hasta 7º en Daytona tras caer en la salida- y también ha tenido el acierto de sacar el máximo partido ante los fallos de sus rivales en forma de caídas -Tomac en la primera carrera, Musquin en la segunda, Ken Roczen en la sexta...-.
El éxito de Anderson también marca el primer título en la categoría reina del Supercross de Estados Unidos para Husqvarna, la misma noche en la que también lograba revalidar el título en 250 Costa Este, por lo que la marca sueca se corona como la más laureada en esta campaña de supercross. Un logro impresionante, si tenemos en cuenta que este equipo tan solo cuenta con cuatro años de existencia, dirigido por el tejano Bobby Hewitt y con el respaldo directo de Husqvarna Factory, con el suministro de unas FC totalmente oficiales –cuya estructura principal es compartida en gran parte con las KTM, aunque también llevan unas cuantas piezas diferentes-.
En la clase de 250, también se veía un desenlace carente de drama para los líderes ante una bonita lucha por la victoria para los que apuraban sus posibilidades. Adam Cianciarulo –que tras la carrear desvelaba estar corriendo con la rodilla lesionada- se llevaba su primer triunfo del año tras una buena remontada en la que se deshacía de Chase Sexton, Jordon Smit, Joey Savatgy, Jeremy Martin y Shane McElrath. Ajenos a la batalla en cabeza, Zach Osborne y Aaron Plessinger rodaban «tranquilamente» en las posiciones 7ª y 8ª durante toda la final, casi escoltándose el uno al otro, para cruzar la meta en dichas posiciones, que le aseguraban sus respectivas coronas; la primera para Plessinger –Costa Oeste- en su carrera y la segunda consecutiva para Osborne –Este-.