Desde sus mismos inicios, Montesa compaginó la actividad deportiva con la propiamente industrial y comercial, sobre todo bajo el impulso de uno de sus dos fundadores. Por un lado Francisco Xavier Bultó, cuya mentalidad de piloto auspició la participación de la marca en innumerables aventuras deportivas hasta su marcha en 1958. Salida provocada precisamente por su enfrentamiento con el otro socio fundador, Pere Permanyer, por sus discrepancias a la hora de destinar recursos económicos a la actividad en competición en una época de vacas flacas para la marca.
En los años 50, la presencia en competición de Montesa se centraba en el asfalto, con tímidas incursiones en el off road
La salida de Bultó no fue óbice para que Montesa continuara con su presencia en las carreras, aunque lógicamente a una menor escala. Sin embargo, la aparición de Bultaco en el mercado sólo un año después y, con una intensa actividad deportiva desde el primer momento, volvió a encender la mecha de la competición en la histórica marca catalana, que aún mantenía sus instalaciones de producción en la calle Pamplona de Barcelona. La presencia en competición de Montesa se centraba en el asfalto, con tímidas incursiones en el off road, de incipiente presencia en nuestro país y limitada prácticamente al motocross. Obviamente, la participación en las carreras se hacía con modelos directamente derivados de la serie, inspirándose en lo que se veía de puertas afuera, con unas posibilidades muy limitadas debido a las circunstancias políticas y económicas que vivía nuestro país bajo la dictadura franquista.
Inicio
De esta manera, las motocicletas Montesa que podíamos ver a finales de los años 50 en las pocas carreras de motocross que se celebraban en España eran modelos Brio de asfalto mínimamente acondicionados para su nuevo uso en campo, con Oriol Puig Bultó, sobrino de Paco Bultó, como principal piloto.
Sin embargo, la marcha de Oriol Puig Bultó junto a su tío para fundar Bultaco, dejó “cojo” el departamento de competición de Montesa, que rápidamente reaccionó fichando a Pere Pi, procedente de Derbi. Persona con un reconocido valor tanto como piloto como por su capacidad técnica para desarrollar motocicletas para la competición.
Desde su llegada sería la pieza ideal que necesitaba Montesa para hacer frente a las Bultaco que, pese a su juventud, ya empezaban a plantar cara. Especialmente gracias a un motor de concepto más avanzado frente al de las Montesa Brio, que aún montaba el grupo termodinámico y la transmisión en elementos separados.
Las primeras participaciones de Pi con Montesa en 1960, año de su llegada a la firma, son a los mandos de la Brio 110 de 125 cc utilizada hasta el momento, con discretos resultados frente a las mucho más avanzadas Bultaco Sherpa S de la competencia, capitaneada por Puig Bultó en los inicios de una guerra fratricida entre Montesa y Bultaco que se mantendría hasta la desaparición de esta última marca.
Un año después la Brio modificada para Pere Pi, llegaría la Impala con motor monobloque, que sería el germen de a saga Cappra
Sin embargo, la adopción de la versión “S” de la Brio 110, un modelo fabricado en las unidades justas para ser homologado para la competición, dio alas a Pi, quien ya se impondría de forma clara en 1961, secundado por otros pilotos de la marca, como Millet y “El Chato” De la Torre. Justo un año antes de pasar a utilizar un nuevo modelo dotado del motor monobloque de la Impala que acabaría derivando en la exitosa saga Cappra de modelos específicos para el motocross.
De esta especialísima Brio 110S de motocross tan solo se tiene constancia que se fabricaran tres unidades, una de ellas recuperada milagrosamente y que es la que ilustra este reportaje. En concreto, fue vendida a un piloto privado hasta que milagrosamente fue redescubierta en 1997 en un estado bastante completo. Fue restaurada por su actual propietario.
La versión “S” de la Brio 110 se distinguía por su doble amortiguador trasero y el único tubo de escape. En esta modificación para motocross encontramos los guardabarros elevados y recortados, siendo el delantero de fibra de vidrio, al igual que el depósito. El carburador es un Dell’Orto SSI 29 con cuba separada. La Brio dispone de un filtro de aire protegido por una lona, al estilo de la época. El chasis reforzado, la enorme corona trasera, junto al manillar más alto y las suspensiones de mayor recorrido acaban configurando este especial y único modelo.















