120 carreras son las que ha necesitado Johann Zarco para engrosar en el selecto club de pilotos ganadores de categoría reina, lista en la que ocupa el puesto 120.
Sirva esta numérica epanadiplosis para destacar esos tres dígitos concretos a través de tres niveles, yendo de lo anecdótico a lo realmente relevante.
El primer nivel es el propio Zarco, que ha necesitado subir 20 veces al podio de la categoría reina para ocupar el cajón número 1. Ningún piloto de la historia había pisado 19 veces el cajón sin ganar, y con su victoria devuelve a Colin Edwards el ‘honor’ de piloto con más podios de la historia de MotoGP sin ninguna victoria.
El segundo, también puramente anecdótico, tiene que ver con el motociclismo francés. Curiosamente, el primer piloto galo que consiguió terminar en la 1ª posición final de MotoGP, Fabio Quartararo, llevaba el número 20. Y, para colmo, lo consiguió en el año 2021.
El tercero, y sin duda el más importante: la sensación de que solo importa llegar el 1 y que, si te quedas en el 2, lo que has hecho vale 0. Todo es blanco o negro.
Un binarismo cruel e injusto en un deporte donde solo puede ganar uno. Solo puede haber un 1. Los demás son ceros.
El motociclismo no solo posee una escala de grises magnífica, sino que es un deporte lleno de colores. Cuando se apaga el semáforo, los pilotos forman un arcoíris de colores vivos que ejecuta una especie de danza combinada donde la línea que separa la genialidad del desastre es muy fina, especialmente en la primera vuelta.

De alguna forma, todos dependen de lo que hagan los demás. Y eso va desde el hecho de que cualquier piloto puede arruinar la carrera de otro en un momento hasta la obviedad de que, no basta con hacerlo lo mejor que puedas, porque alguien lo puede hacer mejor que tú.
Todo esto es necesario para entender que Johann Zarco es igual de bueno hoy que hace una semana. Su victoria en Phillip Island no cambia nada en ese sentido.
Johann Zarco sería hoy igual de buen piloto si la carrera en Phillip Island se hubiese detenido un giro antes y la victoria hubiese sido para Jorge Martín.
Johann Zarco sería hoy igual de bueno si, el 12 de noviembre de 2017, Dani Pedrosa no hubiese encontrado el hueco para batirle por 337 milésimas en el Ricardo Tormo.
Johann Zarco sería hoy igual de bueno si, el 8 de abril de 2018, no hubiese perdido por 251 milésimas el duelo ante Cal Crutchlow en Termas de Río Hondo.
Johann Zarco sería hoy igual de bueno si, el 6 de junio de 2021, la carrera hubiese durado una vuelta más después de ceder por 175 milésimas ante Miguel Oliveira en Barcelona-Catalunya.
El binarismo dirá que la victoria en la carrera australiana ha transformado un perdedor en un ganador.

La realidad es que, si Johann Zarco no estaba todavía en la lista de ganadores de MotoGP, había sido por un cúmulo de circunstancias. No por falta de nivel ni de velocidad. A veces consiste en estar en el sitio justo en el momento adecuado.
120 carreras después, ya está en esa lista de 120.
Eso es lo único que cambia. La pequeña –y a la vez abismal- diferencia entre llegar el 1 o llegar el 2. Entre subir al podio mirando hacia abajo porque arriba hay otro piloto, o mirando hacia arriba cantando la marsellesa porque entre él y el cielo ya no había nadie.
Esa sensación es única, quién lo probó lo sabe. Pero no, no define su valía como piloto. Esa ya estaba definida desde mucho antes.