Hace ya tiempo que la idea del décimo título mundial dejó de ser una obsesión para Valentino Rossi. No se puede saber con certeza cuándo dejó de serlo, pero es evidente que en las últimas temporadas ya no es el objetivo con el que afronta el curso.
Así lo corroboró en la presentación de su nueva Yamaha YZR-M1 en el Petronas Yamaha SRT, donde manifestó que sus objetivos son luchar por podios o incluso victorias y acabar lo mejor posible en la general final. Más allá de los resultados, lo que busca es sentirse competitivo y disfrutar, dos hechos que van unidos: para disfrutar en MotoGP, Rossi necesita sentirse competitivo.
ROSSI: NOVENA SINFONÍA, CUARTO MOVIMIENTO
A sus 42 años, ‘Il Dottore’ es un verso suelto, una bendita anacronía. En la generación del trap, el indie y el reggaetón, Rossi es la pieza de música clásica en la lista de reproducción de MotoGP 2021: rebosa talento en cada movimiento pero cada vez tiene más difícil competir con el ritmo de las músicas modernas.
Tras sus nueve sinfonías en forma de títulos mundiales, es el cuarto movimiento de Rossi en MotoGP: en el primero pasó de Honda a Yamaha, en el segundo se fue a Ducati, en el tercero volvió a Yamaha y ahora, en la vigésima temporada de la categoría, se muda al Petronas.
Curiosamente, el cuarto movimiento de la novena sinfonía de Ludwig Van Beethoven es el denominado ‘Himno a la alegría’, y eso exactamente lo que desprendía Rossi en la presentación de su nueva moto. Después de dos años en los que el amarillo de su 46 rompía con un diseño eminentemente negro desde la llegada de Monster, su nueva moto y su nuevo mono se cubren de colores vivos.
Aunque resulte extraño, la sensación es que el cambio de oficial a satélite ha sido un bálsamo para Rossi, que en las últimas temporadas parecía forzado a ser el sempiterno faro de Yamaha. Ahora, podrá seguir aportando su luz sin la necesidad de cargar sobre sus espaldas con un peso que deben sostener los jóvenes.
Franco Morbidelli junto a su nueva Yamaha YZR-M1 del Petronas para MotoGP 2021.
MORBIDELLI, LA IMPORTANCIA DEL COMPONENTE HUMANO
Más allá del cambio de equipo, será un año con muchos cambios para Rossi. Por primera vez compartirá pista junto a su hermano y su equipo, Luca Marini en el Sky Racing Team VR46. Por primera vez, uno de sus pupilos llevará una moto oficial: Pecco Bagnaia en Ducati. Y por primera vez, compartirá box con uno de los pilotos de su academia: Franco Morbidelli.
Seguramente, gran parte de la alegría que desprende el nuevo Rossi turquesa venga del otro lado del box. Asumiendo que el décimo título mundial es poco menos que una utopía, pocas cosas harían tan feliz a Rossi como ver a ‘Morbi’ proclamarse campeón del mundo de MotoGP.
Muchas veces se obvia el componente humano de los pilotos, a quienes se dibuja como meras máquinas de ganar. Y no es así. Rossi está en esa edad donde la transmisión de conocimientos adquiere una nueva dimensión que lleva a contemplar los triunfos de los alumnos como propios. En el deporte del más alto nivel es difícil tener amigos entre los rivales, pero hay excepciones y esta es una: la amistad entre Rossi y Morbidelli es un motor inmejorable para el Petronas.
Morbidelli fue, tras el añorado Marco Simoncelli, uno de los grandes artífices de la creación de la VR46 Riders Academy, convirtiéndose después en el primer piloto de la misma en ser campeón del mundo y el primero en saltar a MotoGP. Y fueron los logros del italo-brasileño, que ya el año pasado se quedó cerca del título de MotoGP, los que fueron enseñando a Rossi que la felicidad también está en ver cómo florecen los frutos de la semilla que un día plantó.
Eso sí, que nadie se confunda: cada vez que Valentino Rossi se baje la visera del casco, su único objetivo será ganar. Su ADN sigue intacto. La diferencia es que ahora, cuando se baje de la moto y entre al box, al otro lado tendrá a Franco Morbidelli: un amigo con el que retarse en pista y con el que compartirlo todo: desde la información hasta la alegría.
