Poco a poco cada vez se ven más ciclomotores eléctricos especialmente por las grandes ciudades. Ya sean las flotas pertenecientes a las empresas dedicadas a “compartirlos” o usuarios particulares que encuentran beneficios en su compra, lo cierto es que se trata del sector que más crece en cuanto a motos eléctricas se refiere.
Y la explicación más habitual para esta tendencia no es otra que la del ahorro de costes (a lo que se suma en menor medida la contribución a cuidar el medio ambiente). Dado que son muchos los motoristas que reniegan de los modelos eléctricos para un uso más de ocio y pasional, lo que parece quedar claro es que la compra de ciclomotores eléctricos puede terminar siendo beneficiosa a medio y largo plazo, ya que es entonces cuando se nota en mayor medida el ahorro en combustible.
Ciclomotores eléctricos, la clave está en el ahorro
En la actualidad cada vez hay más modelos de ciclomotores y scooters eléctricos que tienen como objetivo ofrecer una solución de movilidad a quienes se han de desplazar por la ciudad. Enfrente tienen a los ciclomotores que se mueven con combustible, los cuales se encuentran en el mismo rango de precios o incluso pueden ser más baratos con unas prestaciones similares.
Estos últimos han sido y son los elegidos por conductores que hacían de ellos su primera moto y por aquellos moteros que los empleaban como segunda moto ágil con la que ir a trabajar o desplazarse por la ciudad.
Sin embargo, el concepto eléctrico ha ido calando y muchos compradores se deciden por este tipo de ciclomotores por una simple cuestión de costes. Y es que, como apuntan los propios fabricantes, claro está, el ahorro a medio y largo plazo puede llegar a ser importante, sobre todo cuando han pasado de cinco a diez años, ya que para entonces la suma de la gasolina consumida será mucho mayor a la de la electricidad.

Aunque cada vez es más complicado hacer cálculos con las continuas subidas y bajadas tanto de los carburantes como de la propia electricidad, bien es cierto que incluso así la diferencia termina siendo notable. Por ejemplo, si un ciclomotor gasta unos 300 euros en gasolina al año, incluso con las tarifas actuales de electricidad, la cifra difícilmente ascenderá por encima de los 40 euros. De este modo, si un ciclomotor eléctrico es algo más caro que uno que se mueve con combustibles fósiles, en poco más de uno o dos años, la cifra se habrá igualado, obteniendo ganancias a partir de ese momento.
Menos mantenimiento
Otra de las razones del ahorro se encuentra en que hay un ahorro en mantenimiento, dado que el motor, por ejemplo, no necesita ni aceite ni filtros que deban cambiarse cada cierto tiempo. Y a eso hay que sumarle que los impuestos para los vehículos eléctricos son menores que los que deben pagar los que se mueven con gasolina o gasóleo.
Todo ello da como resultado que los ciclomotores eléctricos tiendan a ser más rentables en cuestión de costes. Otra historia diferente serán las prestaciones (potencia, reprís…), la facilidad para repostar o la autonomía.