Carlos Tatay, una lección de vida

El valenciano habla sobre su vida, su accidente y su futuro. El resto solo podemos escuchar y aplaudir.

Carlos Tatay nos está dando una lección de vida
Carlos Tatay nos está dando una lección de vida

Resulta paradójico que un chico que tiene que desplazarse en una silla de ruedas nos haya dado una lección de cómo levantarnos.

Carlos Tatay tiene 20 años y habla como si hubiese vivido diez vidas, pese a que solamente acaba de comenzar la segunda.

Ayer, 2 de octubre, se cumplieron 3 meses de su nueva vida: la que comenzó tras su gravísimo accidente en la carrera del Campeonato de Europa de Moto2 disputada en el trazado de Portimao, en el Algarve luso. Desde entonces, el mundo del motociclismo ha estado pendiente de informaciones sobre su estado y del avance en su rehabilitación, que paulatinamente comenzó a compartir en su cuenta de Instagram.

La semana pasada, Carlos Tatay nos daba una lección de vida en apenas 15 minutos.

Los que duraba la entrevista realizada por Nico Abad en el Hospital de Parapléjicos de Toledo, donde el valenciano se encuentra interno y donde supo que quería ir desde el primer momento, cuando fue consciente de que había perdido la movilidad en las piernas.

Su lesión medular es una D8 incompleta, lo que significa que hay probabilidades de que vuelva a caminar. No solo eso. Los avances en estos tres meses han sido significativos: tras el accidente, perdió completamente la sensibilidad del pecho hacia abajo. A día de hoy, ya ha recuperado toda la del abdomen y empieza a tenerla en las piernas.

Aun así, la gran inflamación de la medula hace imposible saber cuál será el alcance de su lesión, al menos hasta dentro de 6 u 8 meses. Sin embargo, y pese a que su gran sueño sigue siendo volver a subirse a la moto, tiene claro que no puede obsesionarse con ello. Y, con toda la tranquilidad del mundo, suelta una frase demoledora:

Correr tiene que pasar a un segundo plano. Lo primero es vivir”.

Lo primero es vivir.

Algo tan sencillo de entender y tan difícil de abrazar. Nos pasamos la vida viendo cómo se nos pasa la misma y nos olvidamos de vivir. En sintonía con esta reflexión vital, Carlos deja otra perla que la inmensa mayoría de personas tardan décadas y décadas en descubrir: “Tengo que centrarme en buscar cosas que me hagan feliz”.

Ha aprendido a disfrutar en silla, algo que debe en gran parte a su familia, su pareja y sus amigos, “que hacen lo que haga falta” por sacar una sonrisa a Carlos; al que diariamente vemos practicando deporte en su silla de ruedas (frontón o handbike), en la piscina o yéndose de concierto.

Me niego a no vivir igual”.

En esas seis palabras reside la clave.

Carlos Tatay disfrutando de un concierto junto a su pareja
Carlos Tatay disfrutando de un concierto junto a su pareja

Por un lado, tiene muy claro dónde quiere llegar y lo que tiene que trabajar para conseguirlo: “No quiero perder la vida aquí, pero ahora tengo que estar aquí para rehabilitar”, afirma tajante.

Por el otro, y pese a que todos los días se pellizca para comprobar si se han producido avances a nivel sensitivo, no permite que la ilusión de la meta le prive de ningún instante de felicidad que pueda encontrarse a lo largo del camino que le ha puesto la vida en medio:

Me he centrado en que mi vida es estar en silla de ruedas y, si algo viene, vendrá”.

Carlos sabe exactamente quién era, quién es y quién quiere ser.

No solamente recuerda la caída, sino que afirma estar agradecido porque el accidente le sucedió haciendo lo que más le gusta. Carlos era piloto.

No solamente ha vuelto a ver motos por la tele, sino que el fondo de su pantalla de su reloj es una foto suya sobre la Kalex en Portimao. Carlos es amante de las motos.

No solamente quiere volver a andar. Tiene claro que, si empieza a mover las piernas, lo primero que hará es llamar a su jefe y decirle: “Vuélveme a subir en una Moto2”. Carlos quiere volver a ser piloto.

A sus 20 años (o tres meses, según se mire), Carlos Tatay lo ha entendido absolutamente todo sobre la vida. Ha llevado a un nivel extraordinario el mantra ‘chojinesco’ de reír cuando se pueda y llorar cuando se necesite.

Lo mejor de todo es que combina un preclaro discurso que podría firmar perfectamente un asceta tras décadas de estudio y recogimiento; con la natural sencillez de la sonrisa de un veinteañero que está en la edad de disfrutar al máximo.

Y, todo ello, coronado con la mejor arma posible para combatir esa negatividad que acude a visitarle periódicamente: un sentido del humor ácido y picante a la vez:

Siempre quise una vida sobre ruedas. No esperaba esto, pero es lo que hay”.

Qué mejor frase para cerrar semejante lección de vida.

Hasta las galaxias giran sobre un eje, y Carlos tiene claro que, aunque no son las ruedas sobre las que quisiera vivir, el eje de su vida sigue siendo el mismo: él.

Carlos Tatay sigue viviendo sobre ruedas
Carlos Tatay sigue viviendo sobre ruedas

 

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