Por regla general, cuando se inventa algo, las medidas de seguridad llegan un tiempo después. Esto es lógico, ya que no siempre es sencillo descubrir los peligros que conlleva el uso de ese invento. Esto fue lo que ocurrió con la motocicleta. Su uso se generalizó mucho antes de que lo hiciera el casco de moto que tantas vidas ha salvado desde que se inventara.
Cabezas descubiertas
A finales del siglo XIX se comenzaron a fabricar las primeras motocicletas para que cualquiera pudiera moverse de un lado para otro sin necesidad de tracción animal. Los nuevos motores de combustión hacían posibles velocidades y prestaciones cada vez mayores. Y claro está, eso provocaba una mayor peligrosidad. Si se tiene en cuenta que transitaban por caminos que poco tenían que ver con las carreteras asfaltadas actuales, las opciones de accidente aumentaban, y con ello la posibilidad de darse un golpe fatal en la cabeza. No obstante, parecía que no importaba demasiado. Eran los gajes del oficio.
Quién inventó el casco de moto
Lo que sí parece que se empezó a utilizar fueron una especie de capuchas que evitaban el frío y que solían ir acompañadas de gafas de aviador para evitar que el polvo del camino llegara a los ojos. No fue hasta que un médico británico llamado Eric Gardner se percatara de la elevada mortalidad que suponían los accidentes con golpes en el cráneo que alguien pensara en una protección para la cabeza. Así que se puede considerar a Gardner el inventor del casco.
Cabe señalar que los primeros cascos poco tenían que ver con los que se emplean hoy en día, incluso con los que se popularizaron tras la Segunda Guerra Mundial. Lo que sí está claro es que incluso esa protección aportaba una seguridad que no existía hasta el momento.
Ni corto ni perezoso, Gardner se marchó hasta la Isla de Man cuando se iba a disputar el Tourist Trophy con un montón de cascos. Su objetivo era convencer a los participantes de que se los pusieran. Cuando constataron de que los que los habían llevado puestos durante algún accidente habían salvado su vida, el resto de pilotos decidieron ponerse el invento de Gardner y dar el primer paso hacia una mayor seguridad.

Cairns y Lawrence
Eso sí, la medida no terminó de convencer a los motoristas, que veían en el casco un remedio incómodo y que podría demostrar que no controlaban bien sus motos. A mediados de la década de los 30, T. E. Lawrence (conocido para la posteridad como Lawrence de Arabia) falleció después de un accidente de moto en el que se golpeó el cráneo. Fue entonces el neurocirujano Hugh Cairns, admirador del militar británico, se propuso hacer obligatorio el uso del casco cuando se conducía una motocicleta, ya que era el único modo de evitar tantas muertes por lesiones craneoencefálicas.
Lo consiguió en el ejército británico, pero no sería hasta 1972 cuando en las Islas Británicas obligaron a ponerse casco a todos los motociclistas. Desde entonces, los motociclistas están cada vez más concienciados de que la seguridad es esencial.