Cualquier que ya viera carreras de motos a finales de los años 80 recordará lo que supuso la batalla entre Sito Pons y Joan Garriga en el Campeonato del Mundo de 250 cc. Es más, el hecho de que dos españoles estuvieran luchando por un título que nunca había logrado el motociclismo español aumentó aún más el interés.
Así las cosas, el escenario era perfecto para que los aficionados se polarizaran. Había grandes defensores del piloto de Honda con los colores de Campsa, y otros que solo tenían ojos para el que llevaba la marca Ducados en la Yamaha. Y en cierto modo era lógico, ya que se trataba de dos motociclistas muy diferentes que despertaban sensaciones casi contrapuestas.
Sito vs. Joan
Según fue transcurriendo el campeonato de 1988 , Pons y Garriga se perfilaron como los únicos que tenían opción para ganar el título y, de ese modo, inscribir su nombre en los libros de historia. Por un lado, el de Honda se mostraba como un tipo sumamente centrado que era capaz de llevar su moto con un estilo fino, casi como si fuera por raíles. Y por otro, Garriga parecía pelearse con su Yamaha, buscando siempre maniobras al límite que le permitieran mejorar sus prestaciones. A eso se unía el aspecto y el carácter: más desaliñado con su pelo rizado y mucho más temperamental.
Así que los aficionados se decantaron por uno o por el otro, llegando incluso a discusiones sobre quién era mejor o cuál de ellos se merecía más el título. Al final se lo llevó Sito Pons, ganando así el primero de sus dos entorchados en la categoría. A pesar de todo (y de sus luchas en las pistas), fuera de ella la relación era cordial y no era de extrañar ver a los tres grandes pilotos españoles del cuarto de litro (sumando a Carlos Cardús) departiendo en el paddock.

Después de aquel mundial
El campeonato y el subcampeonato hicieron de ellos figuras muy populares en la España de finales de los 80. Los españoles ya no solo ganaban en las cilindradas más pequeñas. Sin embargo, la rivalidad Pons-Garriga acabó con la bandera a cuadros del último GP, puesto que en 1989, Sito se llevó el título con autoridad y Joan apenas lo pudo disputar. Después pasaron a 500 cc, pero ninguno tuvo la opción de pelear por las victorias. Eso sí, la carrera de Garriga se prolongó más tiempo e incluso se subió al podio en Donington en 1992. El resto es historia. Pons puso en marcha su propio equipo y Garriga deambuló por ámbitos que le llevaron a una autodestrucción paulatina.
Cuando falleció, su rival se refería así a su muerte: “No me esperaba una cosa así. Todos sabíamos que Joan Garriga estaba mal y el interés de todos era que se recuperase y que volviese a estar entre nosotros, para que se dedicase a lo que le gustaba, que era estar en el mundo de la moto, pero este infortunio no lo hará posible. Es un vacío importante dentro del mundo de la moto y de nuestra vida, de todos los que amamos este deporte. Joan contribuyó a hacer grande el motociclismo en nuestro país. Fue un gran deportista y un luchador nato. La verdad es que estoy muy triste, porque no se merece acabar así”.