El pasado mes de noviembre de 2020 se produjeron dos hechos: el español Joan Mir se proclamaba campeón del mundo de MotoGP en el Circuit Ricardo Tormo, al tiempo que ‘Gambito de dama’ se convertía en la miniserie más vista de la historia de Netflix con 62 millones de visionados en 28 días.
Dos deportes realmente opuestos se vieron sacudidos por acontecimientos inesperados. Por un lado, un joven de segundo año devolvía a Suzuki a lo más alto del motociclismo mundial. Por el otro, una obra de ficción desataba un nuevo boom por el ajedrez, trayendo al presente la locura por uno de los juegos más populares de la historia.
¿Y qué tienen que ver ambas cosas? Aparentemente nada. Sin embargo, si se analiza el contexto actual de MotoGP se puede atisbar cierta similitud con un fenómeno que se produjo en el mundo del ajedrez entre 1993 y 2006, un periodo en el que coexistieron dos campeones del mundo.
Fue un conflicto que trascendió mucho más allá del ajedrez, al dividir a la Unión Soviética entre Gary Kasparov y Anatoli Karpov. El primero se enfrentó a la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez por sus siglas en francés) y montó la PCA (Asociación profesional de ajedrez por sus siglas en inglés). Así, mientras la PCA mantuvo el sistema tradicional en el que el defensor del título se enfrentaba directamente a un aspirante, la FIDE acabó por organizar un torneo donde en la final no tenía que estar necesariamente el campeón anterior.

Tras trece años, y varios después de que Kasparov y Karpov perdieran su condición de campeones, se acabó reunificando en 2006 con una final entre los dos jugadores que ostentaban el título de campeón mundial en ese momento: el ruso Vladimir Kramnik (campeón PCA) se impuso al búlgaro Veselin Topalov (campeón FIDE).
En el caso de MotoGP, es evidente que ese título es único y lo ostenta Joan Mir. Ahí no hay discusión posible. Sin embargo, hasta el propio Mir reconoce que en su defensa del mismo no parte como favorito, cartel que entrega sin titubear a Marc Márquez, campeón de MotoGP en seis de las siete ediciones anteriores.
El formato será un híbrido entre los dos mencionados torneos de ajedrez: Mir es el campeón y Márquez el aspirante. Dos talentos increíbles que, sin embargo, no estarán solos. Otra veintena de pilotos tratará de reclamar para sí el cetro mundialista.

Dicho eso, es menester reconocer que en los albores de 2021 todo MotoGP se encuentra pendiente de la evolución de la lesión de Márquez –con voces que apuntan a que no podrá empezar la temporada-; y que el deseo generalizado es poder ver en pista al actual campeón del mundo contra el hexacampeón de MotoGP.
Una partida en la que Mir empezará con blancas: llega en plena forma y cabalgará una Suzuki que ha mostrado ser la moto más sólida de la parrilla (recordemos que no hay evolución de las motos por el Covid-19), y Márquez jugará con negras: ni siquiera sabe si podrá llegar al inicio y se reencontrará con una Honda que se mostró de todo menos fácil.
Una cosa está clara: si uno de los dos acaba siendo el campeón de 2021, se convertirá en el rey absoluto de MotoGP. Si Mir retiene el título dejará patente que el presente es suyo y solo suyo; y si Márquez regresa y lo recupera, lo sucedido en 2020 quedará como un traspié en su leyenda.
El tablero está preparado y la partida está cada vez más cerca de empezar. Es difícil saber si la apertura será una de las variantes del gambito de dama, pero hay dos cosas claras: que en términos de emoción no tendrá nada que envidiar a la exitosa miniserie protagonizada por Anya Taylor-Joy. Y que si alguien necesita tranquilizantes seremos los aficionados.