Marc Márquez, tu ambición ha devorado a tu talento

Teorías, filosofías, explicaciones, justificaciones, adelantamientos, impactos y el caos*.

Nacho González

Marc Márquez, tu ambición ha devorado a tu talento
Marc Márquez, tu ambición ha devorado a tu talento

Después de dos visionados de la carrera, un puñado de horas de sueño -seguramente insuficientes-, me he sentado en el bar y, delante de un café, he abierto el bloc de notas del móvil intentando ordenar el caos más absoluto que recuerdo en más de dos décadas como fan del motociclismo.

Tenía la esperanza de que todo hubiese sido un sueño que empezaba con Jack Miller sólo en la parrilla de Argentina, y con Murphy aplicando los postulados más rocambolescos de su ley como hilo conductor hasta llegar al impacto que marcó la noche del domingo, la mañana de lunes y cuya sombra nadie sabe cuánto puede alargarse.

No fue un sueño. Sucedió, y hay que ordenarlo en palabras. Palabras que no encuentro porque, sencillamente, no se han inventado palabras que expliquen lo sucedido en Termas de Río Hondo. Tan hondo como el río donde se sumergía ayer la belleza del motociclismo, después de dos años y medio luchando a bocanadas por volver a la superficie.

No existen palabras porque no existen justificaciones a las maniobras de Marc Márquez.

No todo vale, Marc. Por más que no comulgue con la acusación de Valentino Rossi de que vas contra la pierna de tus rivales con la intención de tirarles (esa parte sobró mucho en el estallido verbal del italiano), lo cierto es que durante la carrera pisoteaste demasiadas veces esos límites sobre los que sueles bailar con acierto, y por los que tantas veces te he aplaudido.

Trato de entender qué pasaba por tu mente. La espiral de emociones que se te pasó por la cabeza cuando tu moto se rebeló en parrilla y optaste por volver a tu casillero. Una maniobra irregular a todas luces, pero inofensiva. Te equivocaste y se te castigó. Un error de procedimiento y su pertinente sanción. Hasta ahí, todo bien. O eso parecía.

Porque el ‘todo bien’ dio paso al ‘de mal en peor’. Intentando ponerme en tu piel, supongo que se te disparó la adrenalina. Que, saberte el más rápido en pista con esas condiciones, te llevó a esbozar una remontada de videoconsola similar a la de tu despedida de Moto2 en Valencia 2012. No nos engañemos, eso era imposible. Las cuentas no salían, de ninguna manera.

Viste a tu vieja amiga, la épica, en el horizonte. Se te olvidó hacer las cuentas, y cometiste el error más grave que puede cometer un piloto. Fijaste la vista en el horizonte, olvidando que entre tú y ese horizonte épico había casi una veintena de pilotos. Con sus objetivos, sus equipos detrás, con sus propias trazadas y sus propios puntos de frenado. Por eso no me vale la explicación de que Aleix Espargaró frenó mucho antes. Si rodabas cuatro segundos más rápido que él, era imposible que no frenase mucho antes que tú. Calcularlo era tu obligación: adecuarte a su velocidad de entrada en curva y preparar un adelantamiento limpio en la siguiente.

Claro que ese toque tiene una explicación. Lo que no tiene es justificación, que es muy distinto.

Por suerte, Aleix pudo seguir en carrera. Cumpliste tu sanción y seguiste a lo tuyo. Persiguiendo un horizonte que, con el paso de las vueltas, te fue haciendo desconectarte de la realidad. Más cerca de la épica, la adrenalina cada vez más disparada. Sabes que tienes un talento cuyo límite tiende a infinito, pero los límites de la pista son finitos. Como lo es el espacio que deja la moto de delante sobre el ápice de la curva. Y el espacio físico entre la Yamaha YZR-M1 de Valentino Rossi y el interior de la curva 13 era, a todas luces, insuficiente para meter la Honda RC213V con garantías.

Una imposibilidad física que se saldó con el inevitable contacto. La física nunca perdona cuando se trata de dos cuerpos tratando de ocupar el mismo espacio, y lo castiga con un impacto. Esta vez, Rossi no tuvo la suerte de Aleix. Se salió de la trazada y, al tocar el césped, cayó. Dices que no tiraste a nadie con el choque, lo cual no es más que un tecnicismo irrelevante. Rossi cayó a consecuencia directa de tu maniobra, ergo le tiraste.

Lo explicaste debido a un parche de agua, y añadiste que en seco no hubiera pasado. Me lo creo. Y, de nuevo, me parece irrelevante. La pista no estaba seca y había parches de agua. Esas son las cartas que repartió Argentina, y en este deporte nadie tiene baraja propia. En este deporte no existen los condicionales. La situación del asfalto era delicada, y debiste actuar en base a eso. No lo hiciste, he ahí tu error.

Claro que ese toque tiene una explicación. Lo que no tiene es justificación, que es muy distinto.

La sanción de 30 segundos te quitó los once puntos de la quinta posición en la que cruzaste la meta. Si te hubiesen sacado bandera negra no hubiese pasado nada. Tres sanciones en una sola carrera no tienen justificación, por más que se puedan explicar por separado. Sacando de la ecuación la primera (un error de procedimiento sin trascendencia ni peligrosidad), las maniobras con Aleix y Rossi estuvieron fuera de lugar. Deberías reflexionar al respecto.

No necesitas hacer esas cosas para ser el mejor. De hecho, son esas cosas las que se apuntan en el ‘debe’ de tu factura, donde el ‘haber’ está salpicado de proezas y éxitos.

Es comprensible tu frustración al ver, a las primeras de cambio, cómo perdías una carrera que, por ritmo, podría haber sido un paseo. Seguro que, tres horas antes, Jorge Martín experimentó una sensación similar. Era el más rápido de todos y, desde el inicio, supo que se iba a quedar sin la victoria. Apretó los dientes y rescató cinco puntos al acabar undécimo. Quizás, con maniobras más arriesgadas, hubiera pescado algunos puntos más. O se hubiera caído. O hubiera tirado a alguien.

Quizás tú, de haber calculado los riesgos de todos tus adelantamientos de una forma lógica, hubieras entrado sexto o séptimo. U octavo. No lo sé. Lo que sé es que hoy estaríamos hablando de una remontada formidable, de cómo hubieras saldado los contratiempos con un botín de puntos que podrían marcar la diferencia al final de año. Pero no. Hoy nadie habla de tu increíble ritmo en una pista complicadísima. Ni de cuántas plazas ganaste.

Hoy nadie habla de tu talento.

Un talento desorbitado que se vio completamente devorado por una ambición desmesurada. El mismo talento que tantas veces he aplaudido, hoy pasa a un segundo plano. Ensombrecido. Minimizado. Perdido en el horizonte de una ambición sin límites. Todo lo sucedido ayer tiene una explicación, pero no una justificación. Eres un experto en encontrar los límites. Por tu bien y el de todos, encuentra ese.

 

*El título es una versión de 'Tu ambición ha superado a tu talento', la frase que le dijo Casey Stoner a Valentino Rossi cuando el italiano fue a pedirle disculpas tras tirarle en Jerez 2011.

El subtítulo es un homenaje al título de una canción: ‘Teorías, filosofías, explicaciones, justificaciones, racistas, tópicos y el arroz’, de Frank T.