No hemos salido de una cuando nos volvemos a meter en la misma. Esta pasada primavera ha sido la más extraña de nuestras vidas con el confinamiento, y este verano para muchos no le ha andado a la zaga con las medidas de distanciamiento social y las restricciones en todo tipo de actividades. Cuando parecía que podíamos tener un otoño más tranquilo nos damos cuenta que va a ser todo lo contrario, que la pandemia campa a sus anchas y que todo lo que se había anunciado se ha ido al garete. Ni la vuelta al trabajo, ni la de los colegios va a ser como nos creíamos. El trabajo en casa no ha cesado, pero tampoco los problemas con el transporte púbico con su hacinamiento en las horas punta. Ahora, poco a poco, el tráfico en las ciudades empieza a volverse más denso, aunque no haya punto de comparación con lo que ocurría hace seis meses.
El mercado de la moto sufrió como nunca durante el confinamiento, con unas ventas prácticamente reducidas a cero, con los talleres y las tiendas de complementos y accesorios cerradas a cal y canto. Sin embargo, hay que reconocer que la vuelta a la “no normalidad”, ha afectado a nuestro sector de manera bastante menos intensa que a otros, empezando por el de los automóviles, que continúa con su crisis galopante. Desde que el mercado volvió abrirse las ventas de motos han mostrado muy buenas cifras, por encima de las del año pasado, y sin noticias de una posible prórroga de la homologación Euro 4, las probables ofertas “fin de temporada” de las motos que queden en los concesionarios vaticinan también un invierno a tono con los últimos meses. No nos vamos a cansar de señalar que en un mundo en el que la distancia social parece que se convierte en una obligación, en el que el no respetar el espacio está tan mal visto, poder disfrutar de un medio de locomoción individual es una gran ventaja. Las motos son relativamente baratas, sencillas, no requieren mucho espacio para aparcar, están exentas de tasas por hacerlo y son más rápidas y divertidas. Muchas personas lo están descubriendo.
Y en este año tan atípico, la actividad industrial y deportiva de la moto no podía dejar de serlo también. Con los salones de otoño suspendidos, cada firma va a tener que emplear un marketing individualizado para dar a conocer sus nuevos productos uno a uno. Con la movilidad restringida y con trabas para los viajes, especialmente para los españoles, la situación requiere cada vez de acciones más ingeniosas. El otoño está a la vuelta de la esquina, y en nada tendremos que tener de una forma u otra en nuestras páginas lo nuevo de 2021, que poco a poco ya empieza a gotear.
Y, desde luego, si raro está siendo el año, si nos referimos a lo que está sucediendo en MotoGP, habría que calificarlo con algo todavía más contundente. Visto desde fuera lo primero que se nos ocurre es que nadie quiere ganar el título, no ya el de MotoGP, ninguno de los tres. Al final, la categoría reina es la que se lleva los titulares, y sin Marc Márquez en pista, parece que nadie se decide a tomar la batuta de la orquesta. Quien gana una carrera parece descartarse para la siguiente. Hemos visto primero a Quartararo como el candidato más fuerte para el título, pero luego Dovizioso parecía que tenía su oportunidad, eso antes de que las KTM pasasen de ser unas motos del montón a parecer las mejores. Sin embargo, de una carrera a otra vuelven a la situación anterior.
Las motos de los equipos satélite ganan a las de los equipos oficiales. Es un caos en el que es difícil no perderse y un año que los historiadores tendrán que descifrar con sabiduría. Mientras tanto nosotros seguimos con los ojos muy abiertos recibiendo noticias que nunca sospechamos que llegaríamos a recibir en esta vuelta a empezar que esperemos no tenga continuidad.