En el mundo del motociclismo hay modelos que tienen un halo especial y que han pasado a la historia como los mejores motos de todos los tiempos. Y no cabe duda de que uno de ellos es la Montesa Impala, quizás la moto más emblemática de las construidas en nuestro país.
Así que no es de extrañar que hace más de 30 años, los dueños (y amantes) de estas motos decidieran poner en marcha la Impalada, o lo que es lo mismo, una concentración en la que la gran protagonista fuera la creación de Leopoldo Milá a comienzos de los años 60.
¿Por qué la Impala es leyenda?
En primer lugar, hay que viajar al pasado para comprender lo que supone Montesa en el motociclismo español. A comienzos de los 60 era una de las marcas que comenzaba a despuntar en los campeonatos que se disputaban tanto en España como fuera de nuestras fronteras. Así que llegó el momento de fabricar una moto que supusiera un antes y un después en su historia. De ese modo llegó la Impala.
Y se hizo popular rápidamente gracias a una acción inteligente del citado Milá. El fabricante decidió hacer la Operación Impala, con la que demostraría la fiabilidad y la capacidad del nuevo modelo, ya que la iniciativa consistía en recorrer África de Sur a Norte con tres de estas motos.
El éxito de Impala
Por lo tanto, no es de extrañar que las ventas de Impala aumentaran hasta convertirse en una de las motos más vendidas del país. A un diseño atractivo le unía una gran durabilidad, buena calidad y la citada fiabilidad.
Es más, Montesa no tardó en lanzar al mercado nuevas configuraciones de la moto, incluida una que estaba destinada a su uso en el campo, con ruedas para tierra (germen de la Cappra de motocross). De ese modo, la Impala llegaba a todos los lugares.
La Impalada
Con el paso del tiempo, llegaron nuevas motos desde todos los rincones del mundo. Montesa se tenía que enfrentar a otros fabricantes europeos y, sobre todo, al empuje de los japoneses. Sin embargo, los amantes de la Impala seguían siendo incondicionales a sus máquinas, de modo que comenzaron a reunirse a comienzos de los años 80 del pasado siglo. Esta costumbre derivó en la Impalada, la cual está organizada por el Moto Club Impala desde 1997.
En cuanto a lo que consiste esta concentración, se trata de realizar un recorrido de lo más variado por carreteras divertidas de recorrer (con muchas curvas) y en las que suele haber poco tráfico para que, de ese modo, no se moleste a los demás conductores y además se disfrute de la experiencia compartida con otros pilotos de Impala.
Una grata experiencia
Como bien saben quienes han participado con sus Montesa, la Impalada no es una carrera, sino que trata de disfrutar de la conducción a un ritmo tranquilo y por una ruta atractiva. Además, generalmente se celebraba una comida final en la que se repartían regalos.
Con el coronavirus todo esto cambió por motivos sanitarios, pero poco a poco se retomará la normalidad y seguramente seguirá habiendo Impaladas en honor a una de las mejores motos que se han construido jamás.