Cumplir 15 años es sinónimo de libertad para muchos chavales por diferentes motivos, pero entre otros, 15 años es la edad con la que un menor aficionado al mundo de las motos y de la velocidad, (como le ha pasado a muchos de los campeones sobre dos ruedas) puede sacarse el carnet de ciclomotor para poder circular legalmente por una carretera. Eso sí, antes de este momento sí que se podría subir a este tipo de vehículos, de poca cilindrada como es lógico, pero solo en caso de prácticas deportivas que se celebren en un espacio cerrado y con la supervisión y responsabilidad de sus padres o tutores legales.
Una temprana afición
No es raro ver algunas carreras de pequeñas motos en las que los participantes, en la mayoría de los casos superan el metro de altura, pero por poco. Y es que a partir de los 5 años los más intrépidos pueden formar parte de estas en modalidades deportivas como el trial, el motocross, el enduro o las mini motos. Se puede realizar con ánimos competitivos o como simple actividad física.
Es por ello que los modelos deben ser adecuados a su talla para que no sean demasiado grandes ni tampoco que pesen en exceso (no más de 30 o 35 kilogramos) para que estas motos no resulten demasiados incómodas a la hora de manejarlas. Los fabricantes de motos destinadas para los más pequeños, ya sean de campo o de asfalto, siempre indican para qué edades y características son cada uno de sus modelos.
¿Qué más debe tener una moto para los más pequeños de la casa? Pues además es recomendable que el asiento sea cómodo, con embragues automáticos que permitan una mejor conducción en el caso de niños y pensar muy bien en si será utilizada en el asfalto de una pista de un circuito cerrado o en el campo. En cada uno de los casos, las características serán diferentes.

Inicios en las dos ruedas
De todas formas, lo mejor es que al principio, si el menor tiene alrededor de seis años cuente con una moto que disponga ya de cambio automático incorporado de serie ya que ahora lo importante es que vaya aprendido a ganar equilibrio y que tome el control tanto del freno como del acelerador. Una vez sepa estos conocimientos básicos ya tocará el turno de conocer cómo funciona el embrague y el cambio.
Ya con un par de años más puede aventurarse con una moto que tenga marchas y algo más de potencia y cilindrada; pero sin olvidar que se trata de un niño de corta edad. En el caso de que este joven participe en pruebas de velocidad, lo mejor será usar una de las llamadas pocket bikes, conocidas por su reducido tamaño y que no suelen superar los 50 centímetros cúbicos. Ya con el tiempo y si su destreza se lo permite, el niño podrá montar en motos de mayor cilindrada.
Sea como fuere, lo cierto es que nunca se puede olvidar el objetivo que deben tener estos niños que se suben a una moto: divertirse mientras participan en una sana competición con sus compañeros. Y esto es tarea de los adultos, animarlos a que pasen un buen rato pero sin dejar de ser responsables (se trata de un vehículo que va a una mayor velocidad; no es una bicicleta) y sin que se convierta en una obsesión ni una obligación por cumplir el deseo de sus padres.