En el verano del año 1962 nacía en la ciudad alemana de Colonia una mujer, de nombre Jutta Kleinschmidt, que demostró su fortaleza y garra en competiciones a lomos de una moto (y también sobre las cuatro ruedas); algunas tan duras como la del Rally Dakar. No en vano, en este complicado trazado logró su mejor hazaña deportiva al conseguir ser la primera mujer que ganaba un Rally Dakar. Esto ocurrió hace más de dos décadas en el año 2001.
Una victoria que años atrás ni siquiera imaginaba cuando Jutta Kleinschmidt, que había estudiado física e ingeniería. trabajaba entre los años 1987 y 1992 para la firma alemana de motor BMW, sobre la cual hizo la tesis durante sus años universitarios. Un empleo dentro del área de diseño de vehículos y que iba compaginando con su una afición por las motos que en poco tiempo pasó a ser algo más ya que comenzaron sus pinitos en el mundo deportivo más profesional.
Sus inicios en el Dakar
Los comienzos a nivel deportivo para la alemana estuvieron protagonizados por una moto un tanto destartalada que se había comprado por poco dinero cuando alcanzó la mayoría de edad y con la que empezó a correr de manera amateur en el Rally de los Faraones a finales de la década de los 80, así como en diversas carreras de motociclismo hasta el año 1992; cuando fue la campeona de esa cita en dentro de la categoría de las mujeres.
Ese mismo año también quiso probar suerte con las cuatro ruedas y los coches de competición y, conduciendo un buggy. Como piloto titular tomó la salida en el año 1994 en el raid de Tunicia. Precisamente con un buggy de la escudería del que fuera su pareja sentimental, Jean-Louis Schlesser, se hizo en el año 1997 con la primera etapa ganada por una mujer en la dura prueba del Rally París Dakar; además de ser la primera fémina que se puso líder en dicha competición. Una gloria que repetiría más tarde en el Dakar-Agadés-Dakar donde acabó quinta en la clasificación general y también llegó la primera en una etapa.

Terminaba la década de los años 90 cuando la piloto de Colonia fichaba por la factoría Mitsubishi y, precisamente, con ellos consiguió llevarse su primer podio en un año, el de 1999, en el que también acabó siendo tercera en la edición del prestigioso rally sobre el desierto. Pero no fueron las únicas victorias logradas entonces, ya que una temporada más tarde y dentro de la Copa del Mundo de Rallies Todoterreno se hizo con el subcamponato con 233 puntos. Su más directo rival fue Schlesser, que acumuló 406 puntos logrando llegar a la primera posición en los últimos kilómetros de la prueba.
Pese a todo, la victoria no llegaba y esto hizo que la filial alemana de la marca japonesa tuviese en mente no renovarle el contrato. Hasta que, en 2001, Jutta dio un golpe en la mesa y se hizo con el Dakar.
Un faro para las mujeres
Pero la fortaleza de Jutta Kleinschmidt no quedó solo en la competición pura y dura, ya que la alemana se convirtió en todo un símbolo para las mujeres que, como ella, querían demostrar su valía en un mundo que era mayoritariamente masculino. Un símbolo acrecentado por la imagen de esta mujer que había sido capaz de ganar un rally tan complicado y competitivo.